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Mostrando entradas de noviembre, 2023

RÉQUIEM DE OTOÑO

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Noviembre cubre de réquiems la tierra con su alfombra de  hojarasca. Cada hoja marchita anuncia que, tras la impronta que va dejando el olvido de los pasos gravados en la tierra acecha en sosegada espera la primavera. Réquiem del agua que ahora brota cantarina con sus saltos al vacío. Réquiem de la música que nace de la hoja desprendida del dueño que la mantuvo durante dos estaciones y que no pudo retener. Réquiem que resuena tras los pasos que avanzan sobre la hojarasca. Réquiem por un noviembre cual canto premonitorio del verde que ha de venir y al que le seguirán otros réquiems cargados de esperanza. 

OLOR A OLVIDO

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  Inesperadamente por el ventanal abierto se cuela un olor conocido y olvidado. El olor que destilaba el agua donde mi madre iba mojando el peine con el que engarzaba mi pelo, organizando la trama de mis apretadas trenzas. Volver a través de olores perdidos. Volver a la niñez. Sentir que había unos brazos confiables donde dejar depositados todo el mal de las sombras que poblaban tu mundo interior. Sentir la seguridad que desde esa posición nada malo podía ocurrir. Sentir que el tiempo y el olvido se llevaron todo sentimiento de seguridad de aquel confortable nido, vacío hoy, lleno de un insondable vacío que, un día el abrazo, el más desinteresado abrazo desapareció entre la nube de recuerdos que, de cuando en cuando, se acercan para recordarte la protección que tuviste un día. Madre.  

REDENTORA LLUVIA #MICRORRELATO

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  Esperó el momento en el que la lluvia lavara cualquier vestigio de demora en la ausencia de su indómita sequedad. Lluvia seca que cala y borra el pasado brusco y húmedo que, en su día, inundó la tierra yerma del hoy. 

LA QUIETUD DE LAS AGUAS PROFUNDAS

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  Agarrada a la fría roca como si quisiera en el abrazo fundirse en la frialdad de la piedra; cierra los ojos, se tapa los oídos, no quiere escuchar el canto quedo que, desde la profundidad de las aguas reclama su adhesión. Al horizonte se alza el baile de nubes pendencieras, alborotadoras, escandalosas nubes, entre abrazando huecos desairados, provocando con su algarabía torrentes de agua. Desde su quieta hondura las aguas inician silenciosas una danza de seducción, que, como avezado amante consigue conquistar la otrora dura piedra consiguiendo así que se diluya en insondable abrazo. Quietud, silencio en la líquida profundidad.