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Mostrando entradas de octubre, 2018

UNO DE NOVIEMBRE

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Se acercaba el uno de noviembre con sus celebraciones mortuorias. Le gustaban los cementerios. Al contrario de otras gentes que visitaban a sus muertos una vez al año, él, acudía a diario. Se acicalaba como si fuera al estreno de una ópera en el Real. Salía de casa, tomaba un autobús hasta la parada de metro y, de ahí, al camposanto. En el trayecto no pensaba, escuchaba música, evadido de todo lo que le rodeaba sin sospechar que algo pudiera alterar la rutina llevada a cabo desde hacía años. La sorpresa le agarró por detrás al llegar al mausoleo: la piedra que cubría el foso había aterrizado contra el suelo. Estaba acudiendo a su última obra. Era su representación definitiva. Abrió los ojos a la negrura que ocupaba todo su espacio. En un suspiro final supo que no volvería a tomar el autobús.                    

SERENO

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Las tres de la mañana. Como siempre o como al menos últimamente venía dándose, se despertaba de repente…los ojos como platos, imposible volver a retomar el sueño.   Vagaba por la casa…iba al baño…miraba el whatsapp …se volvía y revolvía en la cama…nada… ¡Las seis de la mañana! Y, serena…serena no… ¡histérica! En una hora con el ojo puesto, en el puesto del puesto, —qué   ironía— la esperaba … Con su mejor sonrisa atendía a un público perdido en salas en las que trataban de encontrar respuesta a una vida vacía…nada…siempre la nada... —Ella: nada… —Ellos: nada... Todo orquestado como en una perversa obra de teatro donde los personajes interpretan de mala manera su papel. Y, nada cambia, y todo involuciona para seguir igual… idas y venidas hacia ninguna parte…cruces de caminos que llevan a la desesperanza de un «noporvenir»… entre espadas y sonrisas, simulando un encauzamiento irreal de lo circundante … Aves de paso, aves de rapiña, aves ávidas de un poder inmundo…seguimos,

A QUIEN CORRESPONDA

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En esto de las esperas no está todo escrito. No lo está porque queda mi testimonio sobre un asunto que nos complica la vida, nos resta energía diaria sobre todo y por todo en ciudades grandes o inhabitadas de cordura. Queda inhabitado o inhabilitado el poder para trastornar cualquier mente medianamente sana… ¡Qué semanita! —esto me recuerda el título de algo que en el presente se me escapa—. Horas de espera en salas de hospital, deberían llamarse DESESPERAS del verbo desesperarse sin anestesia ni nada. Así ha ido la semana de desespera en desespera total, y, para nada, porque para cuándo quiera ver los resultados mi médico o me he salvado o he sucumbido a la sombra. Luego vienen las otras, las otras desesperas, esas que la administración de este país sabe maquillar —a lo choni— de cosa útil y necesaria…¡mis cojones! ¡Necesaria y útil! Entre inclemencias mortales y coyunturales —por no añadir las del tiempo meteorológico— igual me da por aprender algo de eso que en tiempos se denom