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Mostrando entradas de enero, 2020

BESOS IRREVERSIBLES

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NO SABÍA LO QUE ERA UN BESO . Cuando aquel vendaval pasó rozando sus labios, intuyó que ya nada volvería a ser lo mismo. No sabía poner nombre a lo vivido; tan solo sabía que nada volvería a ser igual. Aquel extraño ser aparecido de la nada la tomó por sorpresa y, en un suspiro acompasado por un viento infernal, quedó desposeída de todo lo que hasta entonces habitaba su ser. NO SABÍA LO QUE ERA UN BESO , pero, por un instante se reconoció surcando el cielo.

LA COPA JUSTA

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—¡No es justo! —Exclamó hecha un basilisco la agria princesa que jamás supo discernir entre el bien y el mal. —¡No es justo! —Gritó de nuevo mientras de un manotazo derribaba el jarrón contra el suelo que, explosionó en mil pedazos. —No es justo que este «princeso» venido a menos me haga el vacío en favor de esa urraca de Proserpina. He de encontrar la fórmula que revierta en mí el beneficio de ser la única y exclusiva merecedora de las atenciones de este imbécil, solo para demostrarle que a mí no se me hace de menos jamás. Tras la puerta secreta que había en su vestidor se escondía un laboratorio con toda clase de mejunjes, probetas, líquidos, sólidos y un sinfín de plantas alucinógenas. Pasó en este gabinete encerrada, más de una semana, hasta dar con la receta que le compensaría de los desagravios recibidos. —Te vas a enterar de lo que vale un peine, «princeso» de tres al cuarto. Al fin con un frasco esmerilado, relleno de un líquido azulado, salió de su encierro; llam

MENTIRAS

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El rumor comenzó como empiezan los rumores, por una tontería o una maldad que se le ocurrió a la chismosa del pueblo. Hay quien nace con un sello en la frente. Da igual su trayectoria. Haga lo que haga siempre será interpretado bajo las silenciosas leyes del poder del rebaño. Cada uno de los actos de Cosme, iba acompañado de la historia inventada en los mentideros. Impotente ante la falta de comprensión nada podía hacer ¿O sí? Agarró su bicicleta y se dirigió al río. Unas muchachas lavaban ropa mientras reían a carcajadas con los comentarios —a todas luces inventados— sobre lo que había sido el baile de la verbena la noche anterior. Se acercó sin disimulo pues nada de malo había en sus intenciones. —¡Buenas tardes tengan todas ustedes!  De mala gana giraron sus cabezas y al ver al interfecto no se molestaron en contestar al saludo. Él, ante la acogida, dio media vuelta, enfiló sendero adelante hasta llegar al recoveco donde acostumbraba a bañarse sin ser molestado. Todo como si

VOLAR SIN ALAS

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Un vuelo en rasante dejó la impronta de su silueta entre las rocas. Había planeado durante días, cruzado una cordillera, ascendiendo casi hasta las nubes. Pero aquel día estaba escrito en la hoja de ruta que cada cual trae inscrita al nacer. Algo no va bien…algo…algo…no pudo terminar de completar la frase. Las alas rotas en mil pedazos se disgregaron entre las grietas de aquel peñasco. Su sueño reducido a cenizas…como fuera, de la forma que fuese tenía que intentar recomponer aquello. Con alas o sin ellas, con ellas rotas o enteras había que intentar alzar de nuevo el vuelo. —«Soñar sin miedo, volar sin alas» … Las siete y media de la tarde del 29 de febrero, año bisiesto, año de mal agüero. Lucía el sol como anunciador de primavera. —«No me busques que no vas a encontrarme».    —¡Ojalá hubiera sido así! Esconderse de la vida en el mejor rincón del mundo. No asomar la cabeza para no perderla entre aquel bucle de apariencia bonachona que ostentan los más malvados. —A

APARIENCIAS

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Iba cada domingo a misa de 8. Madrugón impuesto con la convicción de que en el más allá serían perdonados sus «ligeros» pecados. Recogida, postrada de rodillas, con los ojos cerrados, cualquiera que observara su postura pensaría que había entrado en trance. —«Solo te pido valentía» —recitaba como un mantra. Tan sumida en su divagar que, no advirtió los ojos clavados en ella, escondidos tras la columna que había junto a la pila bautismal. Depositó sus monedas en el limosnero con gesto de quién está donando uno de sus órganos. Salió a la calle. En la puerta, el mendigo que habitaba ese suelo sacro, extendió la mano en señal de petición, ella, con la suya enguantada, dejó caer a sus pies, evitando que la rozaran, un par de monedas. —«En lugar de pedir y pedir y pedir… podrían dedicarse a trabajar, ¡banda de gandules! Solo quieren vivir a costa de los demás». Enfiló hacia su casa. Parada en la panadería donde era conocida desde el día que pisó este mundo. —Buenos días, seño

COSTES, CUESTAS Y OTROS DESVARÍOS

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  ¡Lo que cuesta una cuesta! El coste de las cuestas —qué cuestan lo que cuestan— es directamente proporcional al esfuerzo requerido para vencerlas. Una cuesta, sin coste, no es una cuesta de categoría. Hay que adjuntar el coste ajustándolo al valor de lo que la cuesta implica. Empeño al subir la cuesta del olvido. Empeño en la bajada. Si en la tarde de uno de tus días olvidaste el coste de la cuesta, estás en el camino de subir cuestas aún a costa de no volver a recordar la escalera que te encumbró a la cima. Y si la cuesta se vuelve infranqueable, busca otra «cuesta» sin espinas.

HISTORIAS DE ANDAR POR CASA

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—¿Dónde vas Caperucita, todas las mañanas vestida de gris? —Susurran los lobos al verla correr tras el pájaro de acero que acabará por perder. Cada mañana una aventura en la selva de ruido, metal y luces. Cada mañana la aventura por la sobrevivencia. Cada mañana vestida de azul con sus lamparones de mediocridad, entre gritos, carreras, empujones y asfixia para llegar con su «cestita» cargada de pertenencias que no le pertenecen. Con sus flores de cactus a punto de reventar. Escucha, mira entre el ruido metálico que arrasa la avenida mientras medita lo insoportable de la existencia sin ánimo de redención. El horizonte, siempre azul, hace que sueñe con otro destino, uno no impuesto; la libre elección del camino a transitar. Los sueños no son vacunas; menos aún, lo soñado en duermevela. Trenes sin destino recorren un paisaje ficticio aparcando en una estación fantasma, en su recorrido, incierto por ignorado, solo queda subir, soñar que el viaje estará plagado de una realidad