LUNARES EN LA LUNA

Una señorita muy aseñorada pasea con premeditado rumbo dentro de la displicente ausencia de personajes que miran sin ver su pasar. Ella quiere alcanzar la luna, quedarse a vivir en uno de sus lados, pero… …Y al tropezarse con la maldita conjunción adversativa si bien no quería atribuirla ninguna injerencia, aunque no deseaba que su destino dependiera de esta inoportuna intromisión, de la objeción que añadía la palabreja, dio un giro al tomar la dirección que en principio creyó correcta. Sin peros ni peras… Tiró al aire sus zapatos rojos de tacón de estilete a la par que arremangaba su vestido a la altura de la cintura dejando al aire dos columnas níveas, poderosas, decididas. El primer intento la llevó de nuevo contra el suelo. Lo ensayó una y otra vez hasta que, por fin alcanzada la cima le aulló a la luna mientras esta acogía su petición haciéndole un lugar a su lado, por siempre para siempre… Por las calles seguiría el silencioso ruido de unos pobladores incapace...