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Mostrando entradas de diciembre, 2019

MIS QUERIDAS FAKE NEWS

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Esos momentos en los que no sabes bien porqué se cruzan los cables de acontecimientos transcurridos a lo largo del año, y, te entra una especie de urgencia de hacer resumen. Un año más. Otro. ¿Qué hay de nuevo? La respuesta es sencilla: nada. Cambian los escenarios, los actores, pero la «obra» se repite con más ahínco que un tsunami.    Estados, Organizaciones, Políticos —de poca monta— activistas…todo un tinglado de engañabobos intentando que comulguemos con ruedas de molino. La salvadora del mundo: una marciana sueca de la que no se sabe muy bien como viaja por el mundo, yo creo que lo hace en teletransportador —no contaminante— una marioneta con un ejército de títeres vitoreando desde la más pura ignorancia, o peor, con el beneplácito que da el vivir con los ojos cerrados. Partícipes de una «cumbre» que para lo más que ha servido es para cepillarse la energía que podría consumir el planeta en cien años. Todo sigue igual. Les importa el planeta lo mismo que me importaría

EL LARGO Y CÁLIDO INVIERNO

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El trineo preparado, las botas de nieve, guantes…todo el equipo esperando la primera nevada. Abría el armario destinado a guardar los atavíos invernales, una y otra vez, calculando el tiempo que pasaría esperando para poder estrenar el último par  de esquís que le habían regalado por su cumpleaños. La nieve, aquel año, tardaba en hacer aparición, ella, se impacientaba. Le gustaba el invierno, las pistas de nieve, todo lo relacionado con practicar deporte en la montaña. Agarró sus guantes, se caló el gorro hasta la nariz, introdujo su delgado cuerpo en el anorak rojo rodeado de piel. —¡Me piroooo!... —¿Qué forma es esa de hablar? —preguntó la madre. —Perdona mami, se me escapó. Todos mis colegas hablan así, y, al final se pega… —Me es absolutamente indiferente como lo hagan ellos. Si de verdad tu personalidad es capaz de mimetizarse con cualquier cretinez o vulgaridad, ándate con cuidado, al final serás una más del montón. No creo que sea eso lo que tú quieres, ¿verdad? —N

MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO

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—«Mayo, promesa de lo que se avecina». Comidas en familia, playa, bikini… —«Preferiría estar muerta». Más de tres años desde el momento que se tropezó con León. En los pasillos de la facultad se concretó una especie de contraseña no verbalizada cada vez que cruzaba el «leonino». Como las cosas suceden sin que tengamos arte ni parte en ellas, pues…una cosa llevó a la otra…y… —Un poco llenita estás. Eres mona, pero quizá con unas clases de gimnasio… Hasta ahí, ella, con una talla treinta y ocho, no había imaginado —no se había imaginado «llenita»—. Fue el detonante que activó el proceso de: —«Mi boca cerrada a cal y canto hasta el fin de mis días».   Veinte kilos de menos y tres años después, no tenía nada que perder. León se fugó con otra. Cada quince de mayo recordaba enviar un ramo de margaritas amarillas al mausoleo.

UN MUNDO IMAGINARIO

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Los pájaros habían dejado de cantar. La nieve se derretía inventando mares. El sol calentaba un invierno interminable. Los ríos se secaron. El agua convertida en barrizal, fue el lodo que arrasó un mundo de miseria. Los garabatos de escribientes que no lo eran, contando historias imaginarias. Un público fiel que digería las noticias como si de tarta de chocolate se tratase. María friega platos, montañas de platos, mientras se pregunta: —¿Hasta cuándo alcanzará el agua para seguir quitando mierda? Señores de postín, intentan convencernos de una culpabilidad que no quieren asumir. Los escritores no escriben. Los pájaros no cantan. Los ríos no corren… Solo tinta de sangre inunda un país imaginario.

MADRID ME MATA

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Las hordas salvajes han invadido Madrid. Madrid «cumbre de cambio climático». Madrid, ese pueblo, pueblo, nombrado capital del reino —a estas alturas no se sabe qué es lo que reina aquí—. Madrid, Madrid, Madrid…ciudad del todo y la nada. Todo se concentra en Madrid. Comenzó una tarde de puente. El puente que las hordas esperan para visitar la capital y que toman al asalto sin pudor alguno. Y yo que sé muy bien por experiencia que en estos días no hay que salir a la calle, voy y me lanzo ¡a comprar un libro! ironía donde las haya : «Fahrenheit 451». Si Bradbury se hubiera visto inmerso en el espectáculo de Gran Vía y aledaños habría escrito toda una saga. Para distopía, esta sociedad paleta y absurda que se crea en unas fechas donde más que nunca se hace rebaño. Entre un gentío enardecido por la música de «cortilandia», el avispero móvil en ristre como la tercera mano para no perderse el espectáculo lamentable de lo que quiera que «eso» sea; lustros lleva una música pacata y «e

EL DÍA FELIZ QUE ESTÁ LLEGANDO

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Todo preparado en la habitación convertida con tanta zarandaja en lo más parecido a la recamara de una reina. —«Reina en mi reino». —Se dijo. Más de un año de preparativos, agobios, indecisiones, retrocesos…y por fin llegó el día en el que poner a funcionar tanto esfuerzo. Cada detalle estudiado hasta la obsesión, cada artilugio colocado del modo en que debería ir incorporándolo a su esqueleto. Las gasas que la envolverían a modo de sudario… —«El día más feliz de mi vida» —murmuraba para sí mientras un río desbocado resbalaba desde su cara hasta el pecho. «Un recuerdo que nunca olvidaré». En esos momentos ni ella podía sospechar el acierto que iba a tener esa frase. Las tías, su madre, su suegra, las primas…la casa era una feria. Risas, carreras…un bullicio que visto desde fuera se hacía irrespirable. El padre… ¡Ay el padre! Mudo, no quería, no podía ¿De qué forma encarar el asunto en un momento en el que todo estaba decidido? —¡Cobarde! Tronaba una voz en su cabeza. D