DE PASO POR LA INFINITA NOCHE

Lilit acostumbraba a frecuentar los antros más sórdidos de la ciudad, cada noche, cada día del año sin perder ripio, entregada en ese cuerpo sin alma que era el suyo se dejaba llevar por entre nubes de sueños que, para ella, formaban parte de una realidad auténtica. Los pies dañados, las medias rotas, el pelo desmadejado, paso a paso, a trompicones consiguió alcanzar la parada del Búho N9. A lo lejos desde su paranoia creía escuchar el ulular del pájaro metálico mezclado con el batir de unas alas de hojalata. Eran las 24:59 horas de un día tenebroso. Lilit despertó cinco horas más tarde rodeada por una intensa niebla negra que impedía ver la llegada del Búho N9 sin que pudiera adivinar que estaba parado ante sus narices. El Búho partió batiendo alas. Lilit permaneció en la parada esperando a ese insolente pajarraco que no se dignó aparecer. Días después cuentan sus vecinos que la vieron presentarse hecha una calamidad con su ropa completamente destrozada, sin zapatos,...