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Mostrando entradas de noviembre, 2022

LOS PASOS

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  El suelo se derrite bajo la lluvia. Tras los pasos impresos en la humedad de las losas ella camina bajo el aguacero; manga de agua inaccesible ya a su interior. «No hay prisa». El mundo escondido tras el velo de niebla presagia un porvenir libre de paraguas, necesarios quizá para protegerse de un sol capaz de derretir los diluvios vividos. Al tren perdido le sucede el pitido que anuncia la salida del siguiente. Los pasos perdidos. El alma mojada. #Microrrelato

INGRAVIDEZ DE LA PALABRA ESCRITA

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    Miles de vidas vividas desde su poltrona;   viajando entre páginas, con cada letra, con cada palabra, orfebres de la escritura que, acabaron por proporcionarle las alas auxiliares de un vuelo llamado imaginación. En estado de ingravidez, suspendida de la magia que otorgan las palabras vívidas desde que toman posesión del blanco papel haciendo de él su casa. Atalaya desde la que se divisa un mundo cuasi perfecto. La vida se va entre, unas veces derechos renglones, otras, torcidos… #Microrrelato * Imagen de: Angie Hiesl

TINIEBLAS

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  La luz refleja entre tinieblas las siluetas de transeúntes ciegos que, caminan de espaldas a ella. No ven nada sino su propia ignorancia. Pasajeros errantes, ciegos, caminando de espaldas a la claridad. Ella, refleja sus contornos, sabedora de la ignorancia prendida en la venda que, cubre el vacío de los muertos ojos. #Microrrelato

UN CRUCERO FANTASMA

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  Fue poner el pie en el primer peldaño de la escalinata que conducía a la nave y, simultáneamente, sentir como un irr econocible frío tomaba posesión de él . Renato no dio importancia alguna al inconveniente mientras seguía saltando de escalón en escalón. El buen juicio del que este ser no era precisamente titular, habría aconsejado tener en cuenta esa ventisca interior, pero, dicho está, Renato era muy a su pesar un temerario juez de sí mismo. Una vez instalado en su camarote dedicó treinta segundos carentes esmero a vaciar su mochila; apenas cuatro indispensables para aquel viaje que preveía corto. A saber, cuatro pañuelos perfumados de los que jamás se separaba, un par de fotografías, una pluma y una libreta que a decir verdad usaba poco o nada. Terminada la intendencia y con las tripas anunciadoras de la falta cometida con ellas a la hora de tranquilizarlas, las interfectas se arremolinaban unas a otras proporcionando un ruido a la estancia que, cualquiera que hubi

IMPREVISTO

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Yo no quería aceptar su propuesta, papá intentó atarme pensando que así me tendría controlada. No supo medir sus fuerzas o simplemente el nudo corredizo de la cuerda realizó su función. El teléfono sonaba al fondo, mamá ya no contestaba y, yo quería deslizarme desde la otra dimensión y contestar, contestar que era yo, que simplemente me había mudado. 

LÁGRIMAS

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  Dónde irán las lágrimas guardadas de las madres huérfanas, Que riberas regarán. Dónde crecerán las flores que un día inundaron sus ríos secos hoy. Dónde están las madres huérfanas, Dónde el fruto de su orfandad, Dónde las lágrimas caídas, Dónde las que guardaron para el largo camino a transitar en soledad. ¿Dónde se guardan las orfandades ausentes? ¿Dónde las presentes? ¿Dónde van las lágrimas secas, impresas en el obituario final?

LOS ZAPATOS DE LA DISCORDIA

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  Con solo meter la puntita sus gritos retumbaban alcanzando la fachada de edificios situados a tres manzanas… —¡Ayúdame, por favor! ¡Empuja, empuja, empuja! —¡Sí es qué no colaboras coño! —Hago lo que puedo lo que pasa es que tú no te conformas con nada, siempre encuentras algún inconveniente para no sentirte satisfecha. —Si tú en lugar de la fuerza te emplearas a fondo con maña y salero igual no tendría motivo de queja… —Y si tú no fueras tan meliflua dejarías los lamentos para ocasión más merecida… —¡Qué me saques el zapato ya de una puta vez! ¡Coño! Ni me gusta ni es mi talla. ¿Para qué me compras nada si sabes que no me va a gustar? Gustavo tiró con fuerza del escarpín dejando a MariadelosDolores con el dedo gordo del pie hecho trizas. Antes de que la cosa fuera a mayores y la dolorida pudiera tomar venganza, él agarró la caja, introdujo los zapatos, tiró la gabardina sobre su hombro y a toda prisa, dando un portazo, salió a la carrera agarró la calle como si fuera a