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Mostrando entradas de 2018

LAS ENMIENDAS A LOS PROPÓSITOS

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                                                                            Las enmiendas a los propósitos vienen a ser algo así como el cuento de la lechera con un final muy parecido. A la gente le da como una especie de urgencia ponerse a hacer el «moñas» en la segunda quincena de diciembre. Casi todo lo que se ve y se oye por estas fechas parece el producto de la ingesta de dos litros de orujo gallego mal asimilado. Existe otra parte, bien es verdad, de personas que se preocupan por el prójimo todo el año —las menos—. Hay una realidad imposible de maquillar detrás de tanto empolvamiento: el mundo no cambia en estos días por muchas luces de colores y por otros tantos golpes en la espalda que se den o se pongan según corresponda. Llegamos al siete de enero con la casa sin barrer —léase: mundo—, y, en la resaca de cosas inútiles que han dejado unas fiestas paganas, ni siquiera sentimos el golpe de conciencia que nos lleve a enmendar todos los propósitos desgranados durant

CALÍGULA

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Los que me conocen saben que yo estos días estoy como ausente . No celebro lo que no me sale del alma…—lo hago con todo y por todo— pero, hay una cosa que me encanta: mis amigos de todo el año me escriben hoy y me desean una vida feliz. Yo, eso lo agradezco de verdad y además me encanta. Gracias a todos. Solo una cosa puede molestar y es la hipocresía; todo lo demás es bienvenido. Mi cariño para todos, —no en días marcados— saben muy bien que les quiero todos los días: sin fecha de calendario. Hoy como ayer, siempre, sale a relucir la palabra: hipocresía y, no es por molestar, pero estamos impregnados de ella. Hasta el mismísimo coño de la pose ajena…de esa impostura que se revela como todo lo incomprensible: «aprendo dos tres cuatro reglas, con ellas tiro y no me las cambio que me pierdo». Quiero hablar de Calígula , el Calígula de Camus … del tormento que es su existencia ¡UN HOMBRE ATORMENTADO! De cómo la hipocresía que inunda todo a su alrededor lleva a la persona a uno

¿HAY VIDA DESPUÉS DE LOS 35?

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No solo hay vida, sino que la vida comienza a partir de los treinta y cinco. Aquí más que nunca, la teoría de la relatividad se hace presente. ¡Qué relativo es el tiempo! según se contemple desde un lugar u otro —desde la posición que se ocupa—. A los treinta y tantos, empiezan los cuestionamientos; imagino que por esa carga ancestral de cuando el límite de edad de vida se situaba en esa cifra. Ahora no solo es la primera juventud, en muchos casos es la pre-adolescencia. Lo de madurar o no va en personalidades que, nada tiene que ver aquí una fecha puesta en una tarjeta plastificada cuya utilidad es la de registrar una existencia, no una condición. En la era de nuestras abuelas esta edad correspondía a una mujer hecha y derecha, con al menos tres hijos y, seguro que, otro en camino de hacer acto de presencia. Señoras respetables, amantes de sus maridos, de sus familias…carcomidas por dentro, sin un atisbo de esperanza, porque, a ver quién era la guapa que se iba a atrever a man

ÉTICA, ESTÉTICA Y OTROS ANIMALES

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Hacer el bien sin esperar nada a cambio, ¿Esto qué es? —Se preguntarán en mil y una tribus a día de hoy—. ¿Es éticamente imprescindible? ¿O lo prescindible sería hacer el mal, con lo cual toda esta carga dialéctica sobre moral, ética y costumbres queda para los estoicos, socráticos o aristotélicos? Para entender la diferencia entre bien o mal hay que leer a los clásicos. Igual no se aclara nada, pero entretienen… El ético ¿Nace o se hace? Pues está claro. Dependiendo del tipo de sociedad en que le toque aterrizar; supeditarse a valores que esté dispuesto a defender, someterse a sus sentires. Su estética irá acompañada de la correspondiente ética —o no— en este mundo de ideas —de idas y venidas— es muy fácil perderse o equivocarse. Lo importante es no perder la orientación. Cada cual que se fabrique su brújula o sus bastones… ¡Qué queréis qué os diga! …de todo lo leído —tampoco tanto— hasta hoy, me quedo en el jardín de Epicuro. El Jardín ofrecía un lugar tranquilo, alejado d

ENTRECHOQUES

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Tengo que hacer algo —pensó. La cosa me va a pillar en bragas , como siempre, y, no voy a salir ni medio digna del caos… La «cosa» era el mes que comenzaba con una carga de cretinismo digna de un imperio. —¿Dónde guardaste las lucecitas y el belén? gritó la voz de un cretino-miembro-cualquiera de la familia, que llevaba incorporado a su hortera atuendo un gorro rojo con una borla blanca. Este espécimen queda representado en la clasificación que hace Savater de los tipos de imbéciles en el modelo siguiente: “El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo. Imita los quereres de sus vecinos o les lleva la contraria porque sí, todo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria de los que le rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa”. (Savater. «Ética para Amador»). Un año más, otro más, a vueltas con unos preparativos que inducen a la congelación de todo sentir. Este tipo de alienación no presagia nada bueno. Medio mundo se olvida del otro medio m

EL CONTAGIO

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  Por temor al contagio me senté en el lugar más apartado que encontré en esa especie de sala de tortura que era la estancia del Aeropuerto de Adampur. Viajeros con el sueño pegado a los zapatos. Ropajes multicolores que desentonaban con el gris de sus vidas. Reflexioné sobre la conveniencia de abandonar aquel recibidor plagado de miserias; miserias implacables, miserias humanas. Había soñado desde años con este viaje. Conocía por lo leído y la información que me proporcionó gente que había vivido la experiencia, cuáles serían los posibles inconvenientes de la aventura hindú. No obstante, y pese a toda la información, hay miles de cosas que agarran por sorpresa. Los olores: no se pueden describir. Las emociones: tampoco. Poco a poco intenté acomodarme en la placidez del sueño que venía en oleadas y se iba de igual forma. No era el cansancio del cuerpo lo que hacía de mí un pelele. Era una especie de vacío, como si todo mi interior hubiera sido evacuado y, algo ajeno quisiera dominar l

REGRESIONES

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En el interior del avión resonó la voz de la azafata: — Abróchense los cinturones, vamos a aterrizar. Alejandro escuchó el mensaje entre sueños. En esos segundos que van del duermevela al despertar, una suerte de modorra no le dejaba pensar con claridad. ¿Había salido de Canadá o estaba a punto de tomar tierra en el país de las nieves? De nuevo la voz de la azafata le sacó de dudas: — Estamos tomando tierra en el aeropuerto de Jerez. Esperamos que hayan disfrutado del vuelo…el comandante y toda la tripulación…bla…bla…bla… En el hall del aeropuerto le esperaba Mónica. Un saludo entrecortado, difícil de resolver. Mónica no sabía muy bien cómo encarar el asunto. ¿Cómo hablar sin nombrar?, ¿Cómo contar sin entrar en detalles? De camino al tanatorio apenas hablaron, cuatro frases convencionales para salir del paso. Allí estaban Pablo, Martín y el resto de amigos. Alejandro, se acercó a la madre de su amigo. Sin lágrimas, sin lamentos, en un abrazo, ella, zanjó el asunto: — Siem

EL REVÉS DEL DERECHO

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Hay días y días. Te levantas, lees las noticias y crees haber amanecido en un planeta desconocido. Las leyes desleales a los que van dirigidas. Una «ex infanta» quiere, al parecer, iniciar trámite de separación —más todavía— porque una cornamenta habida en la ceremonia de «matrimonialismo» con la mujer de un testigo de su boda le aviene a huevo en el momento actual. A esta señora lo de: «contigo pan y cebolla»…como que no le es bien avenido…—a buenas horas se da cuenta o se viene a enterar, va a ser verdad que esta chica no se entera de «ná»—… El Supremo —¡qué eufemismo más grande para algo tan poco «supremo»!—. Dice que: «verdes las han segaó» y, que haga el favor de legislar bien el ejecutivo qué para eso está. Si además entramos en los mentideros televisivos, redes sociales y artículos varios…la cosa se va de onda una barbaridad…gente quejándose a la alcaldesa de su pueblo por las cacas de los perros, obviando todo un sinfín de despropósitos que acompañan el vivir, el desp

TORMENTAS, RAYOS Y PARARRAYOS

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Una tarde o mañana cualquiera. Un día de no importa que mes. Dos amigas sumidas entre la ignorancia y la indolencia. La aventura les viene grande; no están por la labor de abandonar el sofá de su casa. —Otilia: ¿Cuándo fue la última vez que «sufriste» un orgasmo? —Ludivica: ¿Qué es orgasmo? —Otilia: Mal empezamos… —Ludivica: Si no te explicas… —Otilia: Dicen por ahí que es algo parecido a una descarga eléctrica que recorre el cuerpo…como si te cayera un rayo encima…—más o menos—… —Ludivica: Pues entonces no, a mí eso, ¡ni de lejos me ha pasado! Puede que algún instante tormentoso me haya agarrado por sorpresa…pero, lo del rayo, me parece que no… —Otilia: Valle me ha contado que, en la última fiesta de la vendimia le cayó el cielo encima, con toda su aparatología meteorológica… —Ludivica: A ver si es que anda equivocada de «tormenta» que, ésta, es muy dada a confundir los cojones con comer trigo… —Otilia: No sé yo…la verdad que «relajá» se la veía. Habría que saber s

UNO DE NOVIEMBRE

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Se acercaba el uno de noviembre con sus celebraciones mortuorias. Le gustaban los cementerios. Al contrario de otras gentes que visitaban a sus muertos una vez al año, él, acudía a diario. Se acicalaba como si fuera al estreno de una ópera en el Real. Salía de casa, tomaba un autobús hasta la parada de metro y, de ahí, al camposanto. En el trayecto no pensaba, escuchaba música, evadido de todo lo que le rodeaba sin sospechar que algo pudiera alterar la rutina llevada a cabo desde hacía años. La sorpresa le agarró por detrás al llegar al mausoleo: la piedra que cubría el foso había aterrizado contra el suelo. Estaba acudiendo a su última obra. Era su representación definitiva. Abrió los ojos a la negrura que ocupaba todo su espacio. En un suspiro final supo que no volvería a tomar el autobús.                    

SERENO

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Las tres de la mañana. Como siempre o como al menos últimamente venía dándose, se despertaba de repente…los ojos como platos, imposible volver a retomar el sueño.   Vagaba por la casa…iba al baño…miraba el whatsapp …se volvía y revolvía en la cama…nada… ¡Las seis de la mañana! Y, serena…serena no… ¡histérica! En una hora con el ojo puesto, en el puesto del puesto, —qué   ironía— la esperaba … Con su mejor sonrisa atendía a un público perdido en salas en las que trataban de encontrar respuesta a una vida vacía…nada…siempre la nada... —Ella: nada… —Ellos: nada... Todo orquestado como en una perversa obra de teatro donde los personajes interpretan de mala manera su papel. Y, nada cambia, y todo involuciona para seguir igual… idas y venidas hacia ninguna parte…cruces de caminos que llevan a la desesperanza de un «noporvenir»… entre espadas y sonrisas, simulando un encauzamiento irreal de lo circundante … Aves de paso, aves de rapiña, aves ávidas de un poder inmundo…seguimos,

A QUIEN CORRESPONDA

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En esto de las esperas no está todo escrito. No lo está porque queda mi testimonio sobre un asunto que nos complica la vida, nos resta energía diaria sobre todo y por todo en ciudades grandes o inhabitadas de cordura. Queda inhabitado o inhabilitado el poder para trastornar cualquier mente medianamente sana… ¡Qué semanita! —esto me recuerda el título de algo que en el presente se me escapa—. Horas de espera en salas de hospital, deberían llamarse DESESPERAS del verbo desesperarse sin anestesia ni nada. Así ha ido la semana de desespera en desespera total, y, para nada, porque para cuándo quiera ver los resultados mi médico o me he salvado o he sucumbido a la sombra. Luego vienen las otras, las otras desesperas, esas que la administración de este país sabe maquillar —a lo choni— de cosa útil y necesaria…¡mis cojones! ¡Necesaria y útil! Entre inclemencias mortales y coyunturales —por no añadir las del tiempo meteorológico— igual me da por aprender algo de eso que en tiempos se denom

EL SOL SALE POR EL OESTE

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Llega un olor que transporta a eras repletas de cereales. Trajinar de agricultores en un tiempo sin máquinas, donde todo se lleva a cabo de forma manual. Un tiempo que no pasa, vive en los sueños. Primos con los que contactar en esa época estival…venidos de la ciudad —la que ella soñaba alcanzar— « la gran aventura por vivir». Sueño de vida, llena de emociones, lejos del ambiente local donde crecía. Las bicicletas, los interminables juegos de sol a sol… trepando por las montañas de costales de trigo hasta alcanzar la cima, o hacer caer uno tras otro los sacos con la consiguiente reprimenda —si llegaba a enterarse sobre la autoría— del dueño de la pira. Las charcas, las ranas…los baños en las albercas. Toda una promesa de que el mundo era infinito y nosotros inmortales. Sueños de verano, sueños que en el atardecer tomaron un color sepia, guardados en hermética caja, reposando de una vida que mudó en otras aventuras. Sueños añorados. Se volatilizaron al chocar con la realidad, q