¿HAY VIDA DESPUÉS DE LOS 35?

No solo hay vida, sino que la vida comienza a partir de los treinta y cinco.

Aquí más que nunca, la teoría de la relatividad se hace presente. ¡Qué relativo es el tiempo! según se contemple desde un lugar u otro —desde la posición que se ocupa—.

A los treinta y tantos, empiezan los cuestionamientos; imagino que por esa carga ancestral de cuando el límite de edad de vida se situaba en esa cifra. Ahora no solo es la primera juventud, en muchos casos es la pre-adolescencia. Lo de madurar o no va en personalidades que, nada tiene que ver aquí una fecha puesta en una tarjeta plastificada cuya utilidad es la de registrar una existencia, no una condición.

En la era de nuestras abuelas esta edad correspondía a una mujer hecha y derecha, con al menos tres hijos y, seguro que, otro en camino de hacer acto de presencia.

Señoras respetables, amantes de sus maridos, de sus familias…carcomidas por dentro, sin un atisbo de esperanza, porque, a ver quién era la guapa que se iba a atrever a mandar todo ese mundo imaginario a la mierda.

Para cuando saltó la siguiente generación: nuestras madres, tampoco es que hubiera mejorado mucho el asunto…las cosas seguían más o menos lo mismo: igualmente discordantes. De ahí a la nuestra —generación—  sí, cambios ha habido, no se pueden negar, pero, nos siguen matando, unas veces físicamente y, otras, como siempre, silenciosamente, sin que nadie se entere, sin que nadie pueda decir lo contrario a eso de: «qué bueno es este chico, qué buen marido, qué buen padre» …

Me pregunto cuántos siglos, cuantas generaciones han de pasar para cambiar esta realidad. Al contrario de lo que ciertos grupos feministas reivindican tal es el lenguaje inclusivo —entre otras cosas— para mí esto carece de importancia. Me preocupan otras cuestiones que tienen que ver poco con el género, es más, me atrevo a decir que el género me importa más bien poco… lo que de verdad me gustaría es terminar con las clasificaciones. Yo, hablo siempre de personas, personas iguales a las que no se les niegue el pan ni la sal, saltando por encima de condición, sexo o cualquier circunstancia que les conforme. Así las cosas y alcanzado este punto igual sobraría tanto discurso envenenado.

Vamos al turrón: hay mucha vida después de los 35. De hecho, ahí empieza todo.

Aterricemos en la era que nos toca vivir. Hoy a esa edad muchos chicos-chicas no han encontrado la forma de alzar el vuelo de un nido del que quizás les gustaría escapar, tanto como a sus padres verles batir alas. Esta difícil etapa —como cada era, época que se precie—todas las fases de la vida lo son, todas tienen sus dificultades y todas se salvan por ese instinto suicida de supervivencia del que somos dotados. Para otros —los afortunados— comienza la década de los éxitos: un trabajo más o menos apetecible, más o menos llevadero, más o menos: «NOMEALCANZANIPARALATELEVISIONDEPLASMAQUEENVIDIOAMIVECINO»…

Y poco a poco se rebasa la barrera…se alcanzan metas y llegan las primeras canas…los éxitos se van por donde vinieron —en silencio— los niños crecen…las amigas se casan…los pajaritos cantan…

Hay mucha vida después de los treinta y tantos, hay mucha vida siempre que se esté vivo y con ganas de echar toda la carne en el asador…




 











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