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Mostrando entradas de mayo, 2022

AQUEL AL QUE TODOS ODIAN: EL TORO ALADO

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La luna llena de aquella noche, iluminaba los campos, como presagiando con su luz el drama de sombras al que en un futuro estaría abocado el nuevo morador. Todos los residentes de la finca disponibles en el momento crucial, aquel en el que los ojos desperezándose, se abren al mundo, ese, en que madre e hijo enfrentan el primer contacto visual después de tiempo de sentirse sin verse. El grupo se arremolina alrededor de la parturienta con el propósito de ofrecer su ayuda en un parto que, asomaba difícil; el neonato venía de nalgas como profecía futura. Había que emplearse y estar preparados para una tarea que duraría horas. Pasado el trance primero, el ya infante, era tratado junto a la manada con mimo y cuidado. Correteaba feliz por los prados ignorante del futuro rojo que, como un espía, esperaba detrás de la valla. Cohabitaba en ese paraíso protector, amparado hasta la caída del cordón umbilical.                                                                          «Toro alado»

UN PALACIO EN MEDIO DE UN LAGO

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Los primeros casos de indisposición aparecieron sin previo aviso, tal es el caso de las enfermedades que aparecen de la nada y van tomando posesión del territorio donde aterrizan sin permiso, impúdicamente. El primer caso fue tomado sin conceder la importancia que el tiempo se encargaría de otorgar. Con frecuencia se piensa que será algo pasajero, anecdótico, que desaparecerá igual que vino. No solo no desapareció, sino que iba creciendo a través de los días, de tal forma que, al desgobierno de aquella latitud, no le quedó más alternativa que habilitar un recinto donde instalar a aquellos niños, porque la nueva enfermedad, desconocida para los galenos consultados, asombrados de que el mal solo afectara a los niños. Reunidos los mandamases en concilio, asomó la cabeza pensante –que no inteligente- del grupo, el cual creyó conveniente para el organismo, -que lo fuera o no para el acogimiento era cosa de segundo grado-, a ellos les venía importando de poco a nada las condiciones idóneas o

HAIKUS -II-

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  Las flores tienen mojados de cielo sus ojos.  Mientras, el anciano árbol poblado de arrugas  contempla su ocaso,  ellas,  inician su amanecer. ©consuelopérezgómez   El epitafio quedó ensombrecido a la luz de las tinieblas. Los bancos son guardianes, depositarios de verdades. En un banco quedó la impronta de los abrazos perdidos.  ©consuelopérezgómez El camello mira a través del ojo de una aguja, desde donde se divisa una lejanísima montaña nevada. El blanco gélido y la arena dorada no pueden unirse sin destrozarse. ©consuelopérezgómez

EL CARTERO DESAPARECIDO

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Habían pasado tres meses desde que vio por última vez a Regino cargado con su morral desgastado por la lluvia, el sol, los temporales que como inquilinos desaprensivos tomaron posesión del saco depositario de tantas vidas que el azar depositaba en blancos sobres, para cuyo contenido, algunos destinatarios no estaban preparados. Regino, llevaba miles de horas vividas con el costal pegado; mientras repartía las misivas iba elaborando historias para cada una de ellas. Imaginaba que podría ocurrir en el interior de esos sobres. A través de los años, el contenido de la saca iba adquiriendo un nuevo color, nuevas formas de comunicación acabaron con el arte de escribir cartas, de describir sentimientos, estados, de mandar escritos reconfortantes a un amigo, a un conocido, para ayudar con ello a superar el trance en que se encontrara. Cartas incluso a posibles enemigos, que no eran tales, sino imaginaciones paranoicas hermanas del aburrimiento. «Ya no se escribe; el mundo cambia y yo no me

MIS HAIKUS

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  Mi haiku. ©consuelopérezgómez

UN JUEGO DE NIÑOS

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Ella, prepara la maleta. El niño se acerca y deposita su osito en la valija: «Para que papi duerma bien». Ella, intuye la ausencia impresa en cada objeto consignado. El niño juega. Ella, lo mira; por un momento se ausenta de lo porvenir. Ella también quiere jugar a salir del escenario. El niño deslumbrado por el arsenal de hombres desfilando, quiere ir a jugar con ellos. ¡Divina inocencia! La sombra de la madre siempre alerta: «Niño, ¡Eso no!». El niño no desafía el poder maternal; el niño solo quiere jugar. En el futuro quizá comprenda –o no- el juego de ese juego. El poder de la mente desafía al de la fuerza bruta. Mariposas que arrastran piedras contra la desdicha mostrando una vez más que la fortaleza está en el querer y no en el poder. He visto maletas vacías, maletas llenas de vacío, vacío de maletas, y, maletas llenas de desesperanza, pero nunca he visto una maleta que no incluyera en su interior un gramo de ilusión, de esperanza en el viaje… En ocasiones las gue