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Mostrando entradas de diciembre, 2023

MALÉFICAS TILDES

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Hay tildes clavadas en el tú de tu iniquidad enfermiza,  De un quizá en el que aquel día   intentabas acentuar una personalidad equidistante de la tuya. Hay tildes venidas a menos desde que tú las usas. Hay tildes para ti que no significan nada. Hay tildes en ti que se tildan cobardes a mano alzada. Hay tildes sin dueño.  Hay tildes capaces de acentuar tu alma. «Acentúo mis tildes a pluma levantada dejando un rastro de puntos suspensivos...»  

ATRICIÓN

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  El canto del gallo anunciaba el momento en el que, como cada mañana,   la primera encomienda hecha a su mayordomo era   la de lustrarle la conciencia. La quería resplandeciente, no fuera a enmohecerse por falta de uso. #Microrrelatando   consuelopérezgómez®

CALEIDOSCOPIO

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  Aquel día de amanecida gris perla agarró su copa sujetándola entre el pulgar el índice y el corazón y brindó por el sol batido en retirada. Y pensó que sus días al sol eran cosa del pasado. Y pensó que quizá el exceso de sol había hecho tal mella en ella que había conseguido anular otras capacidades elevándola a la senda desde la que descubrir otros astros. Y pensó que aquel vino llevaba inoculado el saber en su sabor de lo empíricamente aprendido. Y saboreó el amargo dulzor sentada al albor del día gris perla que parecía acercarse con una ración de escarcha.

HISTORIA DE UN CALCETÍN

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Llevaba más de cinco horas atado a la butaca de aquel pájaro volador. A su lado un tipo que parecía huido de un frenopático y, de cuya boca salía una frase cual mantra repetitivo que, acabaría volviéndole loco.  De su bolsa de viaje sacó una cajita con unos tapones de silicona para los oídos. Con ellos incrustados en el conducto auditivo seguía escuchando a su neurótico vecino. «Diez horas por delante de vuelo hasta alcanzar mi destino. Si esto no cesa creo que el que acabará en un manicomio seré yo». —Pensó Feliciano. Trabajo costó conseguir que el individuo encogiera sus piernas permitiendo con ello a Feliciano alcanzar el pasillo con la excusa de ir al baño. Una vez lejos de su asiento se dirigió a la zona de las azafatas: —Señorita por favor, le rogaría de rodillas si fuera necesario que, me consiguiera otro asiento. No puedo más con mi vecino, ¡Voy a enloquecer! La faz de la tripulante de cabina se contrajo en una mueca que a todas luces trataba de disimular la carcajada

LOS PIES DESCALZOS DE ALMA

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  Camina descalza. Sus displicentes pies no sienten el relente sobre el que se desliza. Su ablandada alma hecha de retazos de hielo deplora el frío de otro tiempo mientras aparta la idea glacial en su desplazamiento. La pista helada no resbala. Se desliza sin esfuerzo. El circuito helado refleja como un espejo otras vidas que, se escabullen a través de la niebla. No fue un sueño. Alguna vez soñó que flotaba dos pies más arriba del suelo. No fue un sueño. La niebla cubría aquella realidad soñada. Soñaba dentro de un sueño. Sus pies se elevaban un par de pulgadas por encima de la espejada superficie.  Detrás de la cortina opaca esperaba sentado en su poltrona un sol redentor. No fue un sueño.