Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2017

A LA SOMBRA DE UN CARACOL

Imagen
Al nacer nadie advirtió al caracol que toda su vida habría de ir cargando el peso de su casa. Nunca se quejó, no conocía otra forma y, en su ignorancia era feliz. No sentía el peso como carga sino como un destino nómada. Vivir, andar de un lado a otro sin la previsión de un techo. Protegido y seguro; lento, pero consciente de su andadura en el peregrinaje… Hojas en blanco, mente en blanco, todo lo bueno y malo que hay en el mundo pasaba por su retina, ciega a los efectos oportunos o inoportunos que en ocasiones cruzaban su horizonte. —«Si estás seguro: ve. —Si ves y no estás seguro: arriesga. —En el riesgo está a veces la claridad». Se decía cada vez que sus pensamientos trataban de confundirle. Hay vidas tan emocionantes como la del caracol. Poco o nada arriesgadas, sumidas en la oscuridad de su concha de la que no logran desprenderse porqué el solo intento les paraliza. No existe peor coraza que el miedo. La vida es una sucesión de actos irrepetibles e incontrolables

DE PERROS Y AMOS

Imagen
Me pregunto qué culpa soportarán algunos animales al tener que soportar según qué ídem por dueños. Añadidos a los ya inconvenientes que tiene Madrid, dónde cada día hemos de lidiar con mil y una tortura, vienen a sumarse una tribu de personas de ética y deficiente educación más que cuestionable. Uno de los lujos de esta ciudad es su Casa de Campo , en la cual acostumbro a relajarme cada día que el tiempo me lo permite. Hasta aquí todo perfecto. Pues bien; una tarde cualquiera en la que voy disfrutando de mi caminata y todo lo que ofrece la naturaleza; tranquila, relajada…caminando. Y, de repente… ¡Zas!...siento un lametazo —fue apocalíptico— en mi muslo izquierdo. Solté tal grito que creo puse a funcionar el campanario de la Catedral de Burgos, un susto con mayúscula de grado superior. Giro la cabeza y…¡oh! ¡Un perro! ¡Deleitándose a su gusto! Con la piel como escarpia le comenté a la dueña el susto enorme que me había dado… —Yo: tiritando. —Ella: ni disculparse. De dere