EL POZO
Un millón de pasos perdidos hasta alcanzar la fuente donde olvidar suspiros. Lloraron junto al brocal de la consumida poza. Con sus llantos consiguieron lo que la humanidad había logrado esquilmarles. De la charca seca brotó hacia el cielo un chorro de agua que cual borrador acabó con las grietas del secarral. Y las niñas seguían llorando, pero, esta vez de una alegría que se bañaba por primera vez en la felicidad que proporcionan los sueños, los de verdad, los de pura purita realidad…