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Mostrando entradas de octubre, 2020

ENCUENTROS EN FASE EXPERIMENTAL

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  La madre no eligió su nombre al azar. Quería para su recién nacido retoño algo que actuara como seña de identidad a lo largo de una vida, imaginaba, repleta de éxitos. Escogió el nombre de Aria, cuyo significado en griego es el de una persona creativa, amante de la cultura y las artes. La primera piedra estaba puesta. Ahora solo quedaba que el destino arropara los deseos maternales. Aria llegó a la cándida adolescencia cargando una mochila kilométrica de museos, bibliotecas, librerías…hasta este momento no había conocido lugares que no estuvieran relacionados con arte o literatura. La madre exulta, presumía delante de propios y extraños a costa de su maravillosa hija sin parar a meditar en el movimiento terrestre que, a veces, pone todo patas arriba y los planes cabeza abajo. Aria no era para nada una chica retraída como querían hacer ver en su grupo de ¿amigos? ¿de verdad amigos? ¿conocidos? ¿pasaban por aquí? No era retraimiento, era una suerte de repliegue para protegerse

JUGAR CON FUEGO

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Si controlas tu ira puede que en noventa segundos consigas caerles bien a las moscas. Sara sabía que se la estaba jugando a copas. Iba con el tiempo pegado a los talones; debería tener la columna semanal acabada y no encontraba forma de entrarle al folio. En las últimas semanas la piscina del centro deportivo al que jamás dio uso salvo para ponerse a remojo, se había convertido para ella en la biblioteca que, cerrada por causas ajenas o cercanas, permanecía con los cerrojos echados. Total, que se tiraba cada día en la hamaca, sustituta esta del pupitre de haya. Desde esa atalaya conseguía garrapatear algún párrafo o frases inconexas que después tras largos dolores de cabeza culminaban en escritos los que con toda probabilidad nadie leería.  Esa mañana de domingo los elementos no se aliaban en favor de la pluma. Una bandada de moscas esquizofrénicas o enamoradas de su cuerpo vinieron a posarse alrededor de la hamaca haciendo imposible hilar una letra con otra. El aquelarre «mosc

LA OVEJA NEGRA

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Ni a la hora del amamante se comportó como el resto de sus hermanos. Desde los inicios la cosa ya apuntaba a que no iba a ser como con el resto del rebaño. —María Luisa, esta niña va a ser problemática. —Convino Ignacio mientras se arreglaba los bigotes. —¡A mí me lo vas a contar! Se agarra a la teta como si estuviera escalando un peñasco y tuviera miedo de derrapar. Esta historia puede comenzar como otra cualquiera, entre las muchas de amamantados que, luego olvidaron el origen y lo que conlleva haber sido criado entre algodones. Los primeros años de escuela fueron un quebranto para sus padres. La maestra se quejaba de que no había forma humana —ni inhumana— de que Laura estuviera sentada por más de treinta segundos. Y es que no era ni mala, ni traviesa, ni nada de lo que se le atribuía, pero como por aquellos entonces no se había inventado el calendario de términos definitorios que, a día de hoy le pone nombre a cualquier cosa, pues, nadie sabía que en realidad lo que esa n

VACAS

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Adolfo lleva días meditando sobre dónde comprar la mejor vaca del mercado. Recopilando información opta por marcharse a Suiza; al parecer allí están las mejores. Años de esfuerzo y ahorro permiten la posibilidad de ese dispendio. De vuelta en el establo acomoda a la vaca en el lugar más tranquilo para que nada pueda molestar a lo que hasta ahora ha sido su más preciada adquisición. —¡Si me sigues tocando las tetas me largo y no vuelves a verme el pelo! ¿Crees acaso que eres mi dueño? ¡Apañado vas! ¡O me pagas, o me piro! Y de dar leche, ¡«nasti de plasti»! —La vaca ha hablado. Adolfo sale espantado, corriendo, en busca del cura al que pide confesión. Cuando cuenta lo sucedido, el clérigo piensa que ha perdido el oremus. —…Pero vamos a ver Adolfo… ¿Cómo qué te habla la vaca? ¿Eres consciente de lo que dices? ¿Has desayunado esta mañana? Mira que el ayuno es muy traicionero y puede llevar a estados de confusión tales como el que describes… —Tan seguro como que usted y yo estamos a