VACAS
Adolfo lleva días meditando
sobre dónde comprar la mejor vaca del mercado. Recopilando información opta por
marcharse a Suiza; al parecer allí están las mejores. Años de esfuerzo y ahorro
permiten la posibilidad de ese dispendio.
De vuelta en el establo
acomoda a la vaca en el lugar más tranquilo para que nada pueda molestar a lo
que hasta ahora ha sido su más preciada adquisición.
—¡Si
me sigues tocando las tetas me largo y no vuelves a verme el pelo! ¿Crees acaso
que eres mi dueño? ¡Apañado vas! ¡O me pagas, o me piro! Y de dar leche,
¡«nasti de plasti»! —La vaca ha hablado.
Adolfo sale espantado,
corriendo, en busca del cura al que pide confesión. Cuando cuenta lo sucedido,
el clérigo piensa que ha perdido el oremus.
—…Pero vamos a ver Adolfo… ¿Cómo
qué te habla la vaca? ¿Eres consciente de lo que dices? ¿Has desayunado esta
mañana? Mira que el ayuno es muy traicionero y puede llevar a estados de
confusión tales como el que describes…
—Tan seguro como que usted y
yo estamos aquí.
Adolfo indaga sobre los
orígenes del bovino, y por medio de un primo que emigró a Suiza allá por los
años sesenta viene a enterarse que la vaca había pertenecido a una ganadería
propiedad de un banquero.
—¡Coño! Ahora lo entiendo… ¡Menudo
«entrenador» ha tenido! Ha heredado las mañas y las lanas del maestro. A tomar
por culo la vaca, la banca y la madre que los parió. Me voy «p’a» Torrelavega que no hay nada como
el producto nacional. Allí por lo menos las vacas son mudas —espero— ¡Eso sí!
Esta vez pido certificado de nacimiento.
De la suiza no se volvió a
escuchar ni mú…de su paradero,
tampoco.
Si ves una vaca volar, examina
su sombra, puede ser el reflejo de tus pensamientos.
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Soy toda "oídos". Compartir es vivir.