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Mostrando entradas de marzo, 2022

UNA INCIERTA PRIMAVERA

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Pájaros con alas de plomo. De sus coloridas plumas solo queda el gris de montañas de cenizas posadas sobre ellas. Vuelan silbando al viento negro que tiñe las flores de otras primaveras. Pájaros negros protestan afónicos sobre un mar de nieve. El viento pasa resonando sobre un lecho de primavera muerta. La tierra alfombrada de flores negras. Ríos inundados de cenizas rojas. Silencio de niños que el viento arrastró en perverso juego. Alfombra de flores muertas sobre la vida oculta de una tierra a la que el horror cambió su pulso. Miseria pobladora de lo que un día fue y ya no será. Primavera plomiza, gris ceniza, ceniza, muerte, destrucción y vida aplazada. Otra primavera espera a la vuelta de las tumbas, de las marcas de huellas elefantiásicas de los carros de acero; primavera muerta, primavera sin sol sin esperanza de gloria. Un niño juega al lado de los carros de fuego que vomitan llamas y frenan para siempre su recreo. Nueva coyuntura que paralizará cualquier

RESACA

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El dolor de cabeza había cesado hacía años. Durante mucho tiempo fue adicto al paracetamol, ácido acetilsalicílico, ibuprofenos…el cajón de su escritorio era lo más parecido a un depósito farmacéutico en el que convivían armónicamente inmunodepresores, analgésicos, antidepresivos, relajantes musculares, pomadas para esa parte apodada de forma poco glamurosa que habita en lo que podríamos denominar como «desagüe humano». Devolvió con un golpe suave el cajón a su lugar de origen; así, cerrado, para que no fuera testigo ni vocero de su condición depositante de flaquezas. Miguel había llegado pronto al trabajo, cosa poco habitual en él. Antes de encender siquiera la luz de su despacho, la primera ejecución llevada a cabo era con su imprescindible amante: la cafetera. Una capsulita y el néctar que derramaba el pitorro de aquel invento de la modernidad que, al ser ingerido, provocaba el primer rictus de sonrisa en el interfecto que habría cambiado su reino —de haber tenido alguno— por es

RIENDA SUELTA

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Hay una puerta al final del pasillo. Hay una luz que ilumina la salida a tomar para dar rienda suelta a la imaginación. Hay imaginación detrás de la puerta que se abre a nuevos universos, universos donde dar rienda suelta al poder de la creatividad. No existe imaginación donde no puedan crearse todas las ideas incluidas en el contenedor inmenso del ser. Recorría aquella ruta dos, tres, cuatro, cinco… veces al año. En cada parada de hotel un nuevo y misterioso acompañante esperaba, camuflado detrás de una cortina de vapor que ascendía de la copa tras la que se ocultaba el presunto amante que en breve sería devorado por la inminente, atormentada geisha de la prisa, de la precipitación, del ansia no satisfecha, con la urgencia de llegar a la próxima parada donde de nuevo la historia no sería nueva sino una más de tantas, repetida. En un frasco adherido y camuflado junto al declive que formaban la clavícula y el esternón, guardaba un diminuto frasquito, plano, con una incrustación verde en

DON QUIJOTE NO PUEDE CABALGAR

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—El dialogo imaginario que sigue, bien podría darse bajo la resurrección de Don Quijote al ver convertida la plaza que su figura ocupa junto al de su buen amigo Sancho, en un lugar al que de plaza solo le ha quedado el nombre; convertida por obra y gracia de algún mandamás en un erial de cemento, granito u hormigón. No hay similitud alguna con lo que fue y no volverá. Don Quijote llora; Sancho no encuentra palabras para acallar la pena de su señor—.   Escena no escrita del Quijote:  Los pájaros han sido desahuciados; sus casas derruidas, sus cantos silenciados. ¿Qué es este secarral donde hemos amanecido? Don Quijote apoya su esqueleto en su buen amigo Sancho, mientras, sus ojos convertidos en manantial, nublados por el polvo de cinco mil días con sus oscuras noches, oculto bajo el manto metálico de centenares de molinos destructores, implora una salida por la cual huir hacia otra ínsula barataria o «cararia» sería más exacto decir. —Sancho amigo, decidme que no estoy loco, de

MAGIA

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Las dos de la tarde de un día estival donde las tareas estudiantiles han quedado postergadas hasta la llegada de la estación en la que los árboles se desnudarán mostrando impúdicamente su esqueleto, que traerá de nuevo a las calles las carreras unidas a los gritos de los escolares camino del colegio. En esta tarde la magia escondida tras los blancos arcos que extienden sus redondos brazos dando la sensación de continuidad a una calle a la que conceden un protagonismo del que no disfrutarían de no ser por su existencia. La magia acecha tras la última construcción de la vía. Una sombra se refleja en el suelo lo que delata la presencia de alguien refugiado tras el edificio de la esquina. Como si quisiera esconder su desdicha detrás del muro; no quiere ser vista, devorada por la mirada de ningún fantasma. Al abrigo de la pared agudizaba el oído; el sonido de unas presentidas pisadas acompañado de un soniquete metálico lo pone en guardia a medida que el golpeteo se acerca… La magia

LA CENA. Un relato de LOLA DÍAZ CUESTA

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Hace tanto tiempo que no traigo a ningún invitado a cenar en casa… Me he tomado todo el día para disponerlo. He hecho la cena eligiendo aquellas cosas que sé que le gustan. La he hecho despacio, con amor, tomándome todo el tiempo necesario y más. El vestido que ha de lucir la mesa, el mantel, esta vez será individual; dos bandejas, una a cada lado del comedor; he elegido dos colores, rojo y verde, dadas las fechas, uno sobresaldrá del otro para hacer de este modo un grupo de colores apropiados, igual que las servilletas, de algodón y, también, haciendo destacar los dos colores debajo de los cubiertos.   La vajilla es blanca, siempre la prefiero blanca, se adapta a todas las oportunidades. Las copas cuidadas, son el instrumento que le dará sonido al vino. El fuste ha de ser fino, el cáliz amplio para que al contacto con el oxígeno exprese su potencial aromático; la boca un poco más estrecha para que todos sus aromas se dirijan a la nariz. El blanco Gewurztraminner es su preferido,

ESPERANZA

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Desnuda la tierra de esperanza, sin islas donde naufragar; un barco cargado de añoranza está varado en el puerto del olvido. Las arañas de mil patas tejen sus trampas de un extremo a otro, tropezando entre sus hilos. Piratas asoman en un horizonte tenebroso, dispuestos a recoger cualquier indicio otrora válido y ahora convertido en presente devaluado. No cabe la esperanza de futuro, no cabe la fe de religión alguna para salvar lo que está apisonado por el arma letal de la megalomanía. El arma de destrucción masiva de un cerebro, es, más poderosa que cualquier contingente armamentístico de millones de moléculas atómicas.   Un cerebro enfermo causa más muertes, más desolación que todo un arsenal de balas.  Un día a la esperanza junto con la fe, les dio por irse de juerga y nunca más volvieron. Desde su mundo de ilusión gritan afónicas, pidiendo comprensión, solidaridad con un principio que ha llegado a su fin. No hay esperanza ni fe. Ya nada resiste en esa tela de araña. Mi