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Mostrando entradas de marzo, 2024

SILENCIO

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  Silencio que con su diletantismo enmudece los cañones.  Un silencio que pesa quintales. Un silencio con peso de pluma. El silencio atronador de unos labios cosidos a balazos. El silencio explícito de los ojos imposible de acallar cual órganos irreversiblemente enmascarados, y, sin embargo, recitan todos los versos que pudieran ocupar kilómetros de papel en blanco. El silencio azul de las nubes arcanas tras los andamios inhibidores cual pantallas ocultadoras del lienzo pintado en un firmamento gris, amargo, irredento. Silencio pesado cual losa marmórea. Silencio liviano de plumífero lecho. Silencio de cementerios de cuyos vacíos sepulcros se eleva el grito que jamás fue escuchado. Silencio limpio. Silencio cobarde, amordazador de llantos de hambrientas bocas que resuenan sordas, que enmudecen las balas criminales testigos de la cobardía de generales locos. El silencio de unos brazos alzados que gritan clemencia…el silencio traidor de la ráfaga de balas que los in

LIENZO EN BLANCO

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  Sábana blanca, dorada por la acción de la luz ondulante de los sueños. Sueño desierto, Sueño sediento, Sed de fulgor áureo y eternamente níveo. Invariablemente dorada luz perpendicular rodeando el lecho con sus refulgentes brillos, flanqueando el sueño de escapar por entre las ondulaciones del desierto de tu cama. Luz calma, Luz, calmado esplendor que agita el deseo de ser la franja dorada tornándose vestido que envuelva tu cuerpo. Desde mi fortaleza blanca, entre finas ondas de tierra dorada, en la espera de levantar el vuelo, un resplandor alba alumbra mi cama. Cual rayo de luz ilumina el sueño de lo posible mientras la luz pálida del amanecer me lleva hasta el confín de tu sueño. Los pliegues de mi lecho se alían con el fulgor que circunda el espacio y huyen para reposar en ti entre el brillo dorado del deseo Sábanas blancas bamboleándose ejecutan un baile mientras inician la huida por la ventana. Se unen a sus compañeras inmaculadas, guardianas del marco ventana

EL PARTO DE LA FRÍA ROCA

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  El parto múltiple de una roca: Una formación rocosa. Un alumbramiento inesperado. Una roca hecha mujer. Una mujer hecha roca. Un desierto de rocas. Una interpretación rocosa. La madre de todas las piedras. La abuela del pedregal. Las piedras madre, frías, ausentes. Al frío calor de una roca se acoge el gélido corazón de una mujer piedra. La roca dura. La roca dúctil. La roca engarzada. La roca rodante, la roca preocupante, la preocupada roca. La roca presa. La roca libre. La roca afilada de cuyo borde emana la sangre acumulada de los incautos que un día osaron tocar su filo. Roca desmayada. Roca, desmadejada en guijarros buscadores de asociación con su gris dentadura que asoma sus fauces al temerario saltador de peligros. Roca dura de tus ojos, envuelta en niebla se retuerce y, rueda en cascada muda. Mientras, el granito se desprende en duro polvo por el desfiladero donde gota a gota cae enmascarando su crudeza.    

EL SATURNAL SILENCIO DE LOS EMPLUMADOS

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Un chamizo de pajas y barro hecho con pretensión de casa, y, delante, un gallinero equiparable a lo que de ser cierta tal existencia habría sido el Arca de Noé . Un revuelto de bichos susceptibles todos ellos de ir al puchero con el añadido de ofrecer otra producción además de su carne. Acalia leía en los ojos de sus gallinas el estado emocional que les acompañaba en cada circunstancia, ya fuera el hambre por no recibir su menú a tiempo, ya fuera porque el gallo no les prestara la atención solicitada por las aladas o por el contrario, que se pasara de «atento» …Y ahí entraba Acalia en acción castigando al chulo con el aislamiento en una jaula hasta que las ganas de joder se consumieran. Poseían las emplumadas otro don: el de revelar el parte meteorológico a través de sus pupilas si bien este talento solo era percibido por su dueña. Acalia que en su vida pisó la escuela había adquirido todos sus conocimientos observando a sus animales. La mañana en que se celebraba la Saturnalia, a A