TODOS LOS MONSTRUOS SON HUMANOS
Corriendo, bajo las escaleras del metro, tropezando, hasta llegar a un rellano en el que aparecen tres bifurcaciones; miro los carteles, creo acertar al elegir, pero una vez en el andén veo que me he equivocado. Me pierdo por pasillos imposibles; vuelvo a detenerme ante la angustiosa idea de no acertar y, aterrizo en otro túnel que a su vez ofrece cuatro nuevas oportunidades o bocas por donde perderse. Siento el pitido de un tren, subo a él con la esperanza de que este sea el correcto; arranca, y al momento me doy cuenta de que he vuelto a confundirme. Miro a mi alrededor; desde el vagón diviso un paisaje que no me resulta desconocido del todo…estoy en mi ciudad ¿Qué hago en este lugar? Bajo del tren, trato de preguntar en información de la estación: nadie en ventanilla… ¿Cómo he llegado hasta ahí si lo que pretendía al tomar el metro en Madrid era aparecer en el cine dónde había quedado con una amiga? Mientras tanto esa sensación inquietante que es como otro órgano de mi cuer