ISTANBUL.THE MAGIC

17 de agosto 2015: Madrid-Estambul.

Iniciando un vuelo hacía una aventura fantástica. Despegue genial. Me siento feliz y tranquila, con la seguridad de que todo va a salir bien y que esta experiencia será enriquecedora.

¡Qué sensación extraña la de volar! Me encanta verme entre las nubes —esta vez sin metáfora—. Parecen bolas de algodón suspendidas.

Feliz de los aprendizajes, tranquilidad, paz y ese ir soltando lastre. Aprendiendo, qué es lo importante e imprescindible. Ligera de equipaje en sentido real y metafórico. Llena de nuevas sensaciones. He encontrado por fin la forma de vivir cada cosa que me pasa como si de una aventura se tratara. Siento que es mi oportunidad, que no debo desperdiciar ni un solo momento y en la medida que pueda, ésta, será mi hoja de ruta a partir de ahora.

El trayecto forma parte de la aventura, y como tal ha de ser vivido. Disfrutando de un vuelo tranquilo, relajante, evolutivo. Cada segundo que pasa me alegro más y más de la elección hecha. Que el avión esté siendo conducido por una mujer, debe contribuir a esta sensación de acunamiento, ese lado femenino que induce a la tranquilidad.

Había olvidado lo placentero que puede llegar a ser un vuelo: mujeres conduciendo vida, esencia femenina que impregna las cosas; la suavidad, la emoción en los sentires. Momentos en los que sientes la fortuna de ser mujer, convencida que algo de triste tiene ser hombre: mucho se están perdiendo.

Nubes formando mares: evocación de anclaje, nada se mueve, todo es quietud, ¡belleza de instante! —ahora sí que puedo decir que vivo en las nubes—. Es tan agradable la circunstancia que no tengo ganas ni prisa por llegar.

Todos los paisajes tienen algo en común. Se divisan las montañas, lagos, poblaciones con puntitos brillantes, cuadrados perfectos desde esta altura.

¡Qué organizada la tierra! Cada cual su parcelita, su refugio, su posesión, en ese proceso de no sentirse solo, de pertenencia a la tierra.

¡Qué preciosidad contemplar todo desde esta altura!... ahora lo sé: nada puede salir mal. Y, sé también, que dentro de una de estas nubes se encuentran unos brazos que siguen meciéndome, protegiéndome, que nunca me han soltado, que no permitirían mi caída. Han estado, están ahí, por más que en momentos haya estado distraída y no lo haya percibido.

Tengo la sensación de que este es un viaje iniciático: inicio de algo nuevo en mi vida. Estado de nirvana, paz, una paz qué había olvidado.

¡Aterrizaje! Suave como ha sido todo el vuelo. Abajo el mar… ¡Estambul! ¡mi sueño! Los barcos parece que flotaran en un espacio entre el cielo y el mar como figuras fantásticas.

Llegada al Hotel.  No ha sido tarea fácil, pero el universo confabula para hacer de las cosas complicadas algo sencillo. Un chico y dos chicas encantadores me han ayudado. Cansada del viaje, paseo un poco y me voy a la cama. Me siento plena.

Primera visita: Mezquita Azul —en turco, curioso, mezquita es: Mosque— masificada hasta la bandera. Exigencias culturales me impiden entrar con vestimenta europea, que por cierto era bastante discreta, pues nada…burka, velo y pies descalzos. ¡Preciosa! musulmanes rezando en el ruedo, mujeres con burkas imposibles.

Me he preguntado durante toda la estancia, como pueden vivir así: ¡un calor asfixiante! Ellas vestidas de negro, a algunas resulta casi imposible verles los ojos, otras, ¡hasta con guantes!

Paseo por la ciudad. Una ciudad que no sé describir muy bien, los adjetivos, preciosa, maravillosa, no me dicen nada, no sirven para describir toda la belleza que acumula. Hay un cruce de culturas extraordinario; demasiado masificada y con un tráfico suicida, merece la pena patearla y ver rincones que escaparían de no hacerlo a pie. He encontrado calles alucinantes, sensación de haber retrocedido 30 años en el tiempo, recuerdos de una infancia jugando en la calle.

GRAN BAZAR: ¡Este sí que es para alucinar en colores con todas sus gamas!  Un poco pesado se hace, te abordan, intentan que pases a su tienda…después viene el regate…te invitan a que seas tú la que pongas el precio. No sirvo para esto, me agobia lo de tener que poner precio a las cosas y esa parte de intento de ligue a todas horas…no estoy hecha para estas lides.

CISTERNAS ROMANAS: ¡Una belleza! Como todo en esta ciudad. Encuentro con españoles, ¡qué gusto oír hablar en tu idioma! Un rato de charla amable y divertida. Cada vez que he topado con españoles: alucinados de que fuera sola.

PALACIO TOPKAPI: ¡Hasta la bandera! Unas colas imposibles, de repente se puso a llover —lo hubiera agradecido en otro momento—, pero ahí, ¡ahí me calé! Inoportuna. Desfile de especie de soldados tocando una música fantástica. Lo que más me gustó: ¡las vistas al Bósforo! El palacio no me pareció extraordinario, aunque tiene sus riquezas y una cosa curiosa: vitrina con el bastón al parecer de Moisés separando las aguas, muy curioso.





Mercado de las especias: de nuevo alucinante sensación de color y aromas, otra preciosidad más de esta increíble ciudad. Aquí anécdota divertida de intento de ligoteo, sin acoso, muy divertido…






BÓSFORO: ¡Este con mayúsculas! ¡Mi sueño! Paseo en barco por el Cuerno de Oro con guía hablando en español —gracias al universo— y un grupo de asturianos divertidísimos. Pasamos a la parte asiática que es distinta, muy señorial. ¡Cuánta belleza junta! Palacios, barcos, casas…ese espacio dónde se juntan los dos mares. Hay sueños que se hacen realidad: este ha sido el mío.





HAMMAM: ¡Imprescindible! Uno de los lugares más bonitos que se puedan imaginar. Entrar, el recibimiento, el trato y ese masaje integral…sientes como si te estuvieran desprendiendo de todo el lastre acumulado en años. Muy recomendable…creo que salí de allí con la sensación de tener alas.







Otra de las cosas que me impresiona: llamada al rezo u oración desde todas las mezquitas. Independientemente de la religión —o no— que profeses…es muy energético escuchar ese cántico.

Desde mi completa ignorancia por la religión musulmana me resulta curioso ver con que pasión se entregan al rezo, como llevan a cabo todo el ritual de lavarse, descalzarse para entrar a la mezquita. Llego a pensar que tienen una vida muy armónica.

Esta ha sido mi aventura otomana, muy, muy resumida. Contenta, feliz y con nuevas energías. En caso de necesidad, he aprendido dónde recargarme.

Algo desde el más puro apercibimiento femenino: los turcos deberían tratar a sus mujeres de la misma forma en que la se dirigen y lo hacen con las europeas.

Dato curioso en cuanto a la seguridad: ninguna sensación de inestabilidad, y más curioso, no he visto un solo policía.

I love you: Istanbul beautiful, magical, and renovating.

 

 

 

«Al limpiar con el pañuelo las gafas parece que sus cristales hubiesen llorado ante el espectáculo de la vida».

—R.G. de la Serna—

 

...Llevo tu magia en la piel...de Madrid a Estambul...

 

 











Comentarios

  1. Conozco a dos mujeres que se quedaron también prendadas de Estambul, en especial una, dominicana ella, que vivió allí un tiempo, por trabajo. Se enamoró de su cultura, llegó a vestir como ellas y se hizo algunas fotos con velo. También se echó un novio de allí. Su lealtad sumisa le consentía al principio cosas como vetarle ciertas fotos en facebook. Pero finalmente, reconoció que era un machista y aquello se fue a pique.

    Te dejo una canción con autoría de Javier Ruibal, un paisano mío (la letra, la música viene de una composición para piano de no se quién). Pero te animo a que busques otras versiones, si te gusta. Particularmente me gusta mucho también una de Pastora Soler, más triste tal vez.

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    Respuestas
    1. https://www.youtube.com/watch?v=__oKT0YACmo

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    2. Mi pasión es Estambul...lo de la cultura no creo que "case" con mí idiosincrasia...jajaja. En la visita a la Mezquita Azul, tuve que ponerme burka y velo..me sentí rarísima! por no hablar de lo que sería vivir allí y además con un turco en casa...muero con la simple idea! mi "salvajismo" no permite según que cosas. Agradezco como siempre tus comentarios, Jesús. La canción: una preciosidad!
      Nos vemos...si Mahoma lo permite: el miércoles.
      Gracias.

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    3. De estar bajo la tutela del Océano Atlántico pasré a la del Mar Cortés.

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    4. Nuevos "Océanos" por descubrir...jajaja...con tutelajes marejadiles....

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    5. Madridejadiles había entendido. Yo se lo endoso, el tutelaje, más bien se lo "agencio" a la agencia.

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  2. Sobre Mahoma, corramoa un tupido Helo.

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