MAGIA

Las dos de la tarde de un día estival donde las tareas estudiantiles han quedado postergadas hasta la llegada de la estación en la que los árboles se desnudarán mostrando impúdicamente su esqueleto, que traerá de nuevo a las calles las carreras unidas a los gritos de los escolares camino del colegio.

En esta tarde la magia escondida tras los blancos arcos que extienden sus redondos brazos dando la sensación de continuidad a una calle a la que conceden un protagonismo del que no disfrutarían de no ser por su existencia. La magia acecha tras la última construcción de la vía.




Una sombra se refleja en el suelo lo que delata la presencia de alguien refugiado tras el edificio de la esquina. Como si quisiera esconder su desdicha detrás del muro; no quiere ser vista, devorada por la mirada de ningún fantasma.




Al abrigo de la pared agudizaba el oído; el sonido de unas presentidas pisadas acompañado de un soniquete metálico lo pone en guardia a medida que el golpeteo se acerca… La magia de lo oculto tras la esquina; los trapicheos del encantamiento detrás de los arcos donde unas cortinas bermellón ocultan la entrada a los mágicos placeres de lo prohibido, recogerían a la niña en pos de su aro. Tras cruzar aquel umbral el hechizo tomaría consistencia.




La niña se deshizo de su disfraz de mocosa abandonando el capullo que hasta entonces había sido su refugio, habitando desde ese momento el mundo mágico de los placeres prohibidos.

«Nos hemos reunido aquí para unir en santa comunión la magia que brota del papel cuando en él se posan las letras de una canción no escrita. La música que brota; la magia de las palabras». —Anuncia una voz en off.

Ajena a la magia que oculta el lugar, la niña recupera su aro, lo empuja hacia el horizonte en dirección a un futuro imprevisible en el que quedarán impresas todas las palabras que una vez habitaron el pensamiento, vergonzosas, remilgadas, miedosas, que por fin, encontraron el camino para hacerse visibles.

La salvación y la condena a veces van acompasadas. Si bien de aquella crisálida nacieron las más bellas obras escritas, el revés, fue verse sometida a la tiranía de la escritura que no concede descanso ni en las horas de sueño, instalando la vida en un barco para el que no existe puerto.





 *Imagenes obtenidas de internet: 

—Giorgio de Chirico—












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