AQUEL AL QUE TODOS ODIAN: EL TORO ALADO

La luna llena de aquella noche, iluminaba los campos como presagiando con su luz el drama de sombras al que en un futuro estaría abocado el nuevo morador.

Todos los residentes de la finca disponibles en el momento crucial, aquel en el que los ojos desperezándose se abren al mundo, ese, en que madre e hijo enfrentan el primer contacto visual después de tiempo de sentirse sin verse.

El grupo se arremolina alrededor de la parturienta con el propósito de ofrecer su ayuda en un parto que, asomaba difícil; el neonato venía de nalgas como profecía futura. Había que emplearse y estar preparados para una tarea que duraría horas.

Pasado el trance primero, el ya infante, era tratado junto a la manada con mimo y cuidado. Correteaba feliz por los prados ignorante del futuro rojo que, como un espía, esperaba detrás de la valla. Cohabitaba en ese paraíso protector, amparado hasta la caída del cordón umbilical.


                                                                         «Toro alado»

Al otro lado de la valla crece entre parecidos cuidados quién será el ejecutor del primer protagonista. Si este primero, es amado por algunos, el segundo actor, será odiado por muchos, ensalzado por otros, sin duda, y, quizá, ninguna o las dos partes estén o bien cargados de razón o en la más audaz ignorancia.

En la tarde del trece de mayo, vestido de rojo y oro, el ejecutor se enfrenta al alado, este último entre resoplidos araña la arena mientras parece pensar: «Todo el mundo odia volar, pero lo que en realidad odian es el miedo que corta las alas e impide saltar, emprender el vuelo».




El lago rojo que inunda la arena refleja el rostro de quien en ese momento recibe los parabienes. Fuera del recinto se escucha vociferar en contrario.

En la sala de despiece del coso, el operario jefe da las instrucciones:

—«Los hígados de esta tarde se embalan con el procedimiento habitual para su conservación. Su destino es una fábrica de paté en Houston». 

Ante los ojos atónitos de los jornaleros que no saben si la orden recibida tiene algo de cierto con el destino informado, comienza el desfile de vísceras y su empaquetado.

En la dehesa nuevos partos y crianzas darán como fruto toros alados. Vivirán libres y felices hasta llegar a cambiar los pastos por un desierto de arena. Algunos llegarán a Houston.

El ejecutor será aclamado, un coro gritará su nombre. En otro lugar será linchado a través de la palabra. Mientras, en el reposo de sus aposentos sabrá que él es aquel al que todos odian. Solo el alado lo habrá perdonado.







 

*Nota: La inspiración de este post vino a raíz de la visita que hice a Casa de Vacas del Retiro, Madrid, sobre la exposición del torero Castella que, nada tiene que ver con mi gusto o disgusto por la tauromaquia, pero que sus pinturas me impresionaron sobremanera.

*Las imágenes que aparecen en el post pertenecen a la exposición: https://sebastiancastella.net/casa-de-vacas-acoge-la-exposicion-del-torero-sebastian-castella.








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