ENTRECHOQUES


Tengo que hacer algo —pensó. La cosa me va a pillar en bragas, como siempre, y, no voy a salir ni medio digna del caos…

La «cosa» era el mes que comenzaba con una carga de cretinismo digna de un imperio.

—¿Dónde guardaste las lucecitas y el belén? gritó la voz de un cretino-miembro-cualquiera de la familia, que llevaba incorporado a su hortera atuendo un gorro rojo con una borla blanca.

Este espécimen queda representado en la clasificación que hace Savater de los tipos de imbéciles en el modelo siguiente: “El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo. Imita los quereres de sus vecinos o les lleva la contraria porque sí, todo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria de los que le rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa”. (Savater. «Ética para Amador»).

Un año más, otro más, a vueltas con unos preparativos que inducen a la congelación de todo sentir. Este tipo de alienación no presagia nada bueno. Medio mundo se olvida del otro medio mientras se «forra» de comida y mil cosas inútiles.

No parecen importar en esta feria, las castas que no tienen cabida en ella. Mientras, las escuadras se dan golpes de pecho anunciando una era redentora de «paz y amor».

La cultura judeomasónica a la que hemos estado y seguimos sometidos no ayuda a resolver un asunto que, a estas alturas de la cultura y la existencia humana debería haber quedado sentenciado.

Paz y Amor, es el lema.

¿Para quién? ¿Para cuándo?

















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