EL LAMENTO DE LA SÚPLICA

Hay algo en la súplica de desprotección en aquel que la practica. El miedo se adueña del ser suplicante y baila con él un minué en un estanque helado que se resquebraja al mínimo contacto. 

Detrás de los ojos del implorante habita escondida una súplica silenciosa por miedo a que la claridad desvanezca el propósito primero. Suplicar es rendirse ante el enemigo invisible que ostenta el poder. La súplica lleva el incombustible disfraz del miedo que no es otro sino el de un bajo amor a sí mismo.

Hay quien suplica amor como si estuviera pidiendo unos zapatos nuevos para presumir en la feria. Hay quien simplemente suplica por un techo y un plato de comida: estos han perdido el miedo; el miedo quedó engarzado en la imperante necesidad del subsistir. La tabla del debe y el haber ha de contener un equilibrio. O mejor: un desequilibrio en el que, el debe, gane en esta ocasión al haber.




«Debo todas las suplicas de cien años de existencia por no haber suplicado ni cuando quizá, solamente quizá en vaya a saberse que ocasión, debería haberlo hecho» …

Una de las humillaciones más atroces que existen es la del ruego. Convierte al practicante en vasallo caído y derrotado por su propia cobardía…hasta que, llegado el día entre montañas y cimas superadas, viene a dar de bruces contra la lanza redentora que surge en el alcor y que ilumina su oscuro proceder. El nacimiento inesperado de amor propio termina enterrando al ser pusilánime que fue hasta entonces. La tierra habló; de la cumbre de la montaña surgió una nube en elevación con grandes letras doradas: «No serás más un suplicante; tu condena acaba aquí».






*Nota sobre el origen  de la imagen de manos:

Descripción: 
El templo blanco de Chiang Rai, es una de las cosas más extrañas que he visto, un pastiche de religiones budistas, hinduistas y otros cultos. Para entrar en el se tiene que cruzar un puente sobre cientos de manos humanas que imploran, "la belleza de la angustia en el círculo de renacimiento" dice su autor, pero deja el simbolismo a cada uno.

Fecha: 8 de noviembre de 2014
Autor: Carlos Adampol Galindo from DF, México.








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