TIEMPO PERDIDO

Camilo venció la hoja en blanco contando la historia de cómo ésta le había derrotado.

Un trueno seguido de otro y otro y otro…llevaba toda una semana sin parar de llover; las tormentas se sucedían e inundaban cielo y tierra de un gris amarronado, clavándose en la sien…

La botella medio vacía al igual que las ganas de salir en busca de repuesto. El cenicero a rebosar; una alfombra blanca a sus pies sin un resquicio por el que asomara ni una baldosa para corroborar que allí, una vez, hubo un suelo.

El piso cubierto de papeles, lo que se dice el antro de un escritor que no escribe, al que la hoja en blanco le tiene agarrado por los huevos y no le suelta ni en noches de tormenta ni en días soleados. Eso que llaman inspiración con la que son bendecidos algunos ilustres e ilustrados nacidos para escribir, a Camilo, le traía por calles cargadas de amargura…«No todo tiempo es perdido», se decía de cuando en cuando para sentir el alivio exculpatorio de su hoja tan pálida como un muerto. Camilo no podía adivinar lo que aquella noche de aguacero traería a su vida. El agua que comenzó a colarse por la rendija de la puerta fue poco a poco tomando posesión del territorio, conquistándolo, haciéndolo suyo, hasta convertirse primero, en hilo conductor, luego en salvaje río…y, así, en la pertenencia que hizo del espacio llegó al escritorio para entonces ya convertido en balsa con visos de ascender y explotar contra el techo…






Su editorial le había hecho el encargo de escribir una novela, cuento, leyenda, en la que el tema central fuera: «TIEMPO PERDIDO», y pensó en el cuento de la cigarra y la hormiga. Se le ocurrió que la historia bien podría ser una farsa de tomo y lomo; desde que se creó esta fábula con el propósito de inducir a pensar en lo buenas y laboriosas que son las hormigas, que no pierden ni un solo minuto en vagabundear… ¡Como si tal cosa fuera una pérdida de tiempo! No lo había pensado antes, él también se dejó llevar por lo establecido posicionándose al lado de la hormiga… ¡Hasta hoy! …






Porque vamos a ver, aquí, quién de verdad entendió el sentido de la vida fue la cigarra que hizo lo que le dio la gana en todo momento sin que la meta de su vida fuera la de acumular montañas de comida que acabará por pudrirse sin ser disfrutada. La hormiga solo es esclava de su esencia, fabricada para producir sin descanso… ¡Una pérdida de tiempo como un piano!

Tiempo perdido es aquel que  vives dedicado en cuerpo y alma a acumular montañas de inservibles trastos. No es perdido el que se pasa con la lágrima puesta delante de un teclado intentado parir un saco de letras con un mínimo sentido. No es tiempo perdido aquel que se gana perdiendo el tiempo. Hay perdidas muy, muy productivas, como la de escribir sobre la imposibilidad de hacerlo. Así fue como de la inundación se recompuso un cuento que estaba escrito del revés. El agua, limpia, fija y da esplendor…






«¡Me duele la paja en el ojo ajeno!» —escuchó Camilo que le gritaba su voz interior. 

¡Qué puta es la hoja en blanco!

 


















Comentarios

  1. Coincido! Sólo pierde el tiempo quien no se da cuenta de que está viviendo como bien dices, acumulando materia por ejemplo. Buena entrada! Saludos.

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    1. Conviene prestar atención a las «ganancias» que se obtienen de ese mal llamado: tiempo perdido. Muchas gracias por comentar. ¡Saludos!

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