LUNARES EN LA LUNA
Una señorita muy aseñorada pasea
con premeditado rumbo dentro de la displicente ausencia de personajes que miran
sin ver su pasar.
Ella quiere alcanzar la luna, quedarse
a vivir en uno de sus lados, pero…
…Y al tropezarse con la maldita conjunción adversativa si bien no quería atribuirla ninguna injerencia, aunque no deseaba que su destino dependiera de esta inoportuna intromisión, de la objeción que añadía la palabreja,
dio un giro al tomar la dirección que en
principio creyó correcta.
Sin peros ni peras…
Tiró al aire sus zapatos rojos de
tacón de estilete a la par que arremangaba su vestido a la altura de la cintura
dejando al aire dos columnas níveas, poderosas, decididas.
El primer intento la llevó de nuevo
contra el suelo. Lo ensayó una y otra vez hasta que, por fin alcanzada la cima
le aulló a la luna mientras esta acogía su petición haciéndole un lugar a su
lado,
por siempre para siempre…
Por las calles seguiría el
silencioso ruido de unos pobladores incapaces de adivinar la existencia del satélite
que desde ese momento refulgía con más intensidad de la que tuvo en un pretérito
convertido en futuro inalienable al compás de un aullido proveniente de otros satélites,
de otros desconocidos mundos…
Hola, muy bueno, eso de tropezarse con la conjunción adversativa me ha gustado, jeje. Muy bueno. Te felicito por el texto.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
(Te sigo en bloguers, que también estoy por allí, aunque he cogido tu enlace del grupo de Facebook).
Muchas gracias, Merche. Es que esa conjunción se las trae...
EliminarGracias por seguirme. Un saludo.
Qué narrativa más original. Me ha encantado. SAludos.
ResponderEliminarGracias a ti, Manuela. Comentarios así animan a seguir juntando letras. ¡Saludos!
EliminarQue bonito! 🤗
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra que te haya gustado. ¡Saludos!
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