LA CUERDA, CUERDA

 

Un sutil taconeo apenas perceptible atraviesa de norte a sur la ciudad. Los zapatos rojos que adornaron unas piernas exquisitas siguen manteniendo el lustre entre décadas de idas y venidas. 

Un pájaro se une a ellos intentando imitar el andar suave y glamuroso de los pies vestidos de rojo. Su impericia lo hace abandonar; emprende el vuelo antes de demostrar su ineptitud.

Un acorde de samba llega hasta la cuerda. Los zapatos bailan al ritmo impuesto de dos hermosas aventureras y aventuradas piernas.

Ni en la noche oscura, ni en los días grises detienen su andar. No se cansan. 

No llegaron hasta allí para reposar.







 

 

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