EL REEMPLAZO DE LA NATURALEZA

Un gigante agitaba sus verdes brazos pavoneándose en un entorno del que se creyó dueño y señor. Con sus aspavientos espantaba a cualquier ser que quisiera instalarse en sus ramas. Un milenio aprovechando su estatus de poder sin tener en cuenta que había alguien más poderoso que él. 

El cielo se tiñó de negro, una orquesta de timbales anunciando la fiesta que se acercaba y, la soberbia del encumbrado se vio recompensada con un halo luminoso que lo derrumbó de un espadazo dejando a ras de suelo carbonizado, todo aquel derroche de egocentrismo.

Por oquedades que surgieron parecían brotar venas que quisieran insuflar otra vida, pero no, el ave fénix voló de este nido.




 Aquel gigante ahora no es más que el refugio de todos aquellos que un día despreció ahuyentándoles de sí y, ahora, dueños de sus cenizas.  



















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