TACONES RESONANDO EN EL ECO
Llegó de nuevo al «TACONES DE HIELO».
Hielo antártico derritiéndose
entre incontrolables emociones. Sentía diluirse en el aguacero. Una vida entera
reducida a un instante caló hasta el alma y, no supo que hacer en medio de la
inundación.
Intuyó una imagen reflejada,
irreconocible: la suya. Había perdido la sonrisa…en ese instante comprendió que
la sonrisa no puede ser prestada, qué no se debe reír a través de nadie. Las
emociones son propias, no financiadas, no se puede vivir de préstamos.
En el «TACONES DE HIELO», volvió a escuchar de fondo la poesía de Sabina.
Interpretó que a vivir se aprende de nuevo con cada amanecer. No sirven las
enseñanzas, las lecciones. Cada día es único y lo pretérito queda obsoleto. La
vida es un continuo aprender-desaprender para volver a comenzar de cero.
Sus pies descalzos, su cuerpo
roto, sus tacones imposibles, volvían a elevarla por caminos colmados de
piedras. Se dejaba la vida en la oblicuidad de sus andanzas. Entendió que las
lecciones no son vacunas, que la experiencia, las vivencias son circulares, no
lineales.
En dirección transversal a los
espejos, siempre había una mirada observante, que no la miraba, que no la
veía…se contemplaba así mismo, perdido quizá, tratando de encontrar las
respuestas no escritas.
El universo que acaba siempre
por recompensar, daba esta vez la espalda de nuevo con aleccionamiento magistral.
Alumna lerda en asignatura emociones, nunca aprendería a controlarlas, y las
caídas desde lo alto de sus tacones acabarán con su columna vertebral.
Continuó observando a través
del espejo: descubrió una extraña mirada que no la reconocía.
Ella quería su sonrisa de
siempre, esa que tantas veces se juró no perder, la que en ocasiones queda
presa de ladrones inconscientes, la que de repente no encuentra forma de
aflorar.
No hay promesas incumplidas,
porque siempre cumple más quién menos promete. Ilusiones vacuas.
Inundada en llanto siguió
sonriendo; esa sonrisa delatora para quién sabe ver más allá de lo que se
muestra.
Y salió…y volvió a fabricar
otros tacones, cada vez más altos,
cada vez más imposibles. En cada caída, en cada torcedura, renacería como Ave Fénix, con sus alas forjadas de
acero: vuelos cortos, vuelos altos a veces…hasta llegar a esa nube refugio
dónde siempre la esperaban unos brazos curadores, meciéndola hasta despertarla
de sus sueños de los que jamás llegaría a despojarse.
Ella, tan inusual, saltando
sobre toda norma establecida, se encontró en una terrenalidad de imposible
aceptación, poli formas en claroscuro, invitando a la búsqueda de un prometedor
sol que saldrá calentando de nuevo.
Sol, que despierta después de
tormentas huracanadas, reconstruyendo lo que arrasó la lluvia. Tormentas del
alma que transgreden los cimientos.
A lo lejos, un huracán,
aproximándose, removiendo el suelo, volviéndolo inestable…difícil huida cuándo
no quedan sitios donde refugiarse.
Levantó su copa y en un mudo
ofrecimiento, volvió a brindar, «por la
cándida adolescencia».
Brillaron de nuevo sus ojos de
gata y, aunque reacia a las auto promesas, en ese instante comprendió que debía
cambiar los tacones de aguja por unas inocentes «bailarinas».
«Aquella
mañana los pájaros cantaban al revés».
—R.
Gómez de la Serna—
#Instantes...en un momento
ResponderEliminarcambia de sólido a líquido
¡Ay de ti "inocente" ladrón de
pensamientos y sonrisas!
quedarás reducido a a cenizas,
entonces comprenderás que
ser FÉNIX es un don
reservado solo para aquellas en
busca (a pesar de todo) de
conservar la sonrisa "y no
prestada" por que es así...
Prometer no empobrece,
devalúa. Cumplir promesas eso,
eso si que enriquece.
Comentario de una estupenda amiga mejicana, que emociona y me anima a seguir escribiendo. Gracias, Ana, mi agradecimiento y cariño, siempre.
EliminarSi se te acaba el saldo de sonrisas, hay que salir del propio mundo a buscarlas.
ResponderEliminarCreo que siempre existirán, en mí mundo....algunas veces, distraída...se va...siempre vuelve: enriquecida.
ResponderEliminarGracias, Jesús.
En lo de volver enriquecido (supervitaminado y mineralizado) entra mucho la fe. creo.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=NI30DlOcmC4
ResponderEliminarSabina...y sus mujeres...
ResponderEliminar"En dirección transversal a los espejos, siempre había una mirada observante, que no la miraba, que no la veía…se contemplaba así mismo, perdido quizá, tratando de encontrar las respuestas no escritas."
ResponderEliminar¿Y qué es la vida, sino un continuo buscarnos, encontrarnos, desencontrarnos a nosotros mismos a través del espejo de los demás? Otros cuerpos, otras almas, que nos hablan de nosotros mismos y nos permiten contemplar, amar, sufrir, desplegar emociones sobre la belleza, la miseria y la complejidad que somos.
Si bien no se puede sonreir de prestado, de nada sirve una sonrisa sin alguien con quien compartirla. La gente demasiado generosa es la que, cuando ama, renuncia a parcelas privadas de sí mismos por un agradar, adaptarse o hacer feliz a alguien.
Nada importaría esto si persona amada tuviera la misma entrega, con lo cual dicha entrega se retroalimentaría y llegaría un momento que no sabríamos bien cuál de las dos almas es la que está sonriendo.
Ciertos metafísicos dicen que nadie nos puede hacer daño sin nuestro permiso. Pues qué poco nos queremos entonces....
No supo ver esta chica que el disfraz que era tan feliz llevando, la manera en que se sentía volar, era del todo incompatible con la densidad material que había ahí fuera. Por lo tanto, sufrió.
Pero, ¿y si tal bajarse de los tacones no fuese más que una dosis importante de amor al prójimo, un regalo que se hizo a sí misma en un tiempo en los que esos tacones ya le (o la) aislaban a los demás?
Un ataque de realidad. Un aquí y ahora bien jodido.
PD.- Se quitó LoR'dos taconesshhh.
En nuestras vidas sale el sol mientras Atapuerca involuciona hacia el protozoo inmune al aire acondicionado.
ResponderEliminarPa que veas que yo te pienso más de lo que piensas. Jaja (este es mío !).
EliminarEs cierto que nadie puede dañarte sin tú permiso; estoy por creer que somos demasiado permisivos según con quién
EliminarCada palabra escrita es un auténtico lujo, pero este párrafo tuyo describe muy bien la historia:
"No supo ver esta chica que el disfraz que era tan feliz llevando, la manera en que se sentía volar, era del todo incompatible con la densidad material que había ahí fuera. Por lo tanto, sufrió."
Agradezco mucho tus comentarios, lo sabes Jesús. Como siempre me abren a una nueva lectura y reflexión de estos "tacones" que son mi vida y mi castigo.
(Muy buena la lección gramatical...jajajajaj...)...en cuanto a Atapuerca: involucionamos cada segundo...que ganas de perder de vista ese santuario! por cierto! sin "santas"!
Un abrazo, seguimos diseccionando (que no disertando).
Vaya también mi admiración por usar palabros como "oblicuidad".
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