DOS EN LA CARRETERA
Amanecía. La fábula era
recorrer el mundo sin brújula.
Tomaron el primer camino que
se presentó ante ellos con la energía e ilusión de la aventura prometida.
Todo sendero se asemeja a cualquier
otro. Pero no; cada uno tiene su historia y, andar sobre él, crea una nueva
perspectiva. Mientras en cada paso queda la impronta de lo por venir.
Espacios abiertos junto a una
fauna brillante y desconocida. Entre ríos y montañas incitando a una carrera
sin fin. En medio de la libertad que proporciona un horizonte por descubrir,
perdiendo el miedo a lo que depara esa revelación…
No sé qué hago aquí…sí sé lo
que me mueve a estar…
A medida que avanzamos, mil
preguntas se cruzan sin réplica. Solo al final de cada senda encontramos las
respuestas que, en el hacer, no hallaban sentencia. Horas de ensueño hasta
alcanzar una meta imprecisa; no era el llegar.
La causa era aplicar lo recibido para seguir transitando día a día hasta encontrar ese nexo con el guerrero interior que nos mantiene alerta.
Entre paralelismos,
divergencias, círculos…a la vuelta, siempre a la vuelta.
En lo desconocido está la
respuesta.
«No
vayas detrás de mí,
Tal
vez yo no sepa liderar.
No
vayas delante, tal vez
Yo
no quiera seguirte.
Ven
a mi lado para poder
Caminar
juntos».
—Proverbio
Ute—
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