¿MITO O REALIDAD?

Llevaba tiempo sospechando que aquello de la normalidad que tanto se predicaba como si se tratase de una vacuna contra todos los males, no encajaba con su personalidad o forma de ver el mundo. Era un ser innormal; lo contrario tenía para su yo un dechado de vulgaridad y aburrimiento insoportables.

Según la RAE el significado de «normal» es: Habitual u ordinario.

En este caso, al menos, se ajusta de pleno a la realidad.

—Valeria tiene un novio normal. —Comentó su amiga.

—¡Uf! ¡Qué susto! —Contestó el yo.

—¿Susto? ¿Por qué?

—Normal es sinónimo de vulgar, aburrido, corriente, común, usual…está claro que Valeria jamás habría buscado un novio innormal. Ella también es normal.

—Y tú ¿Cómo eres, tú?

—He luchado desde que tengo un uso irrazonablemente «normal» por no serlo. Soy innormal por incapacidad. Anormal por lo infrecuente de mi esencia. Disnormal por oposición a lo que el mundo considera que debe ser «lo normal» en el comportamiento que, acompaña todos los gestos de la vida.

Me aburre soberanamente la gente normal (vulgar). No quiero normalidad en mi vida, al menos no lo que los demás entienden como tal. Cualquier acontecimiento de los denominados «normales» para el resto de la humanidad a mí me supone una carga difícil de aceptar.

¡Menudo aburrimiento eso de la normalidad! Me costó lo mío admitir —en un principio yo también lo veía como una rareza— mi innormalidad, pero una vez conseguido y aprobado, prefiero compartir con quien esté de acuerdo mis filias y mis fobias sin seguir premisas impuestas por una sociedad tan normal ella que, estrangula a los opositores de sus normas normales —que no legales—.

No todo tiene un «para qué», ni nada debería contener un «porqué». No todo ha de tener un fin. El camino que recorres en la búsqueda de aquello que te emociona, que te hace sentir vivo, debe contener toda la emoción que terminará al alcanzar el final.

¿Te ríes de la «cosa» que según criterio establecido escapa a la normalidad? No, no te ríes de la cosa…te ríes de su esencia, aunque lo más «normal» sería que lo hicieras de tu incapacidad para ver más allá de la pantalla.

En escena aquellos otros «diletantes yoes» interpretando el papel de una normalidad a conveniencia, con la sonrisa máscara que oculta la risa producida por las rarezas de la mal llamada normalidad convertida en mito.

—«Mamá: quiero ser Innormal». El eco de su voz interior actuó como despertador a la nueva vida que, tímida, asomaba en el inexplorado porvenir.

 

«La independencia no es un derecho, es un privilegio que corresponde a una minoría».

—Friedrich Nietzsche—
























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