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EL JARDÍN DE LAS AMEBAS

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  Cuando llegó a aquella ciudad, no tenía un plan claro sobre el cual sustentarse; a que se dedicaría, por dónde empezar. Caminaba descalzo enlazando calles, hasta que, se dio de bruces con un cartel mal escrito con el siguiente anuncio: «Se necesita predicador para los sábados noche». Y, es que, son las cosas las que nos encuentran a nosotros y no al revés. Encaminó sus pasos hacia la puerta raída por el paso de los siglos; iba a llamar cuando ésta, como si detectara al visitante, se abrió ante su presencia. Al fondo del local una señora con más años de los convenientes para ejercer el oficio, la dura tarea del fregoteo y consiguiente recogida de inmundicias desperdigadas por mesas, asientos, suelos…intentaba dar lustre a aquel desvencijado mobiliario a golpe de bayeta. —Buenos días. —Saludó. —Buenos días. Está cerrado. —Contestó la barredera. —La puerta estaba abierta. —Puede, pero aquí no hay nadie, solo yo. —He entrado por el cartel que hay en la puerta. —Pues venga u

EL JARDÍN SECRETO #Microrrelato

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Diez mil kilómetros recorridos. Mil pueblos atravesados y, en la última curva del arenoso camino, con la ropa jironada, los zapatos asemejados a un colador, aparece un jardín relleno de luz. Un haz refulgente, desvelando el secreto hasta entonces escondido.

LA INEFICACIA DE LOS CONSEJOS #MICROCUENTO

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  —¿Qué va a tomar el señor? —Camarero. —Lo mismo que aquella señorita que se sienta al lado del ventilador. —Cliente incauto. —Señor, le advierto qué…—Camarero. —De advertencias estoy lleno. Limítese a ejecutar el pedido. —Cliente. —Bueno, yo lo he intentado, usted verá…—Camarero. La camioneta de la morgue, negra como el horizonte del finado, recogió al insensato que, había quedado doblado cual servilleta sobre la silla. No desestimes el consejo de un camarero; su intencionalidad, a veces es sana.                                                                                             

Ciudad #Microcuento

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  Al penetrar en la ciudad los muros se cerraban herméticamente. No había escapatoria.

LAS TRES MARÍAS

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  Estas señoritas de camisita blanca y canesú conocieron en su día a tres lechuguinos que, compartían con ellas ‘ el haber sido para dejar de ser ’. A MariLó la pretendía un mozo cuya altura terminaba en la inmensidad peluda de sus cejas.  El pretendido pretendiente de MariLoli era rechoncho lo que hacía que sus andares se asemejaran a la zozobra de un barco. MariClemen tuvo un novio que le duró lo que duran los engaños hasta ser descubiertos. Cuando una tarde de domingo a la vuelta de una esquina se topó con el señorito postinero que portaba por la cintura a otra que desde luego no era ella…propinó un zapatazo contra el suelo y emulando a una santa abulense gritó para sus adentros: ¡ni el polvo quiero! (en referencia al polvo que emanaba la tierra que el bobo pisaba, no vayan a confundirse con algún asunto más prosaico). Y así fue como en conjunto, y a raíz de tanta desdicha, tomaron la decisión de largarse a vacacionar a algún lugar del globo donde nadie las reconocería y donde n

CLAROSCURO #MICRORRELATO

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  El portón abierto enseñaba dos pasillos, aunque parecidos, muy distintos. Uno conducía al paraíso prometido a incautos que, creían en magias.  El otro, con menos luz, alumbraba un porvenir desconocido, lo que aumentaba su atractivo, sumado al imperioso deseo de ser transitado.

KoKoNDioS. #Microrrelato.

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  En el surrealista cine de KokonDios , una escena presenta al niño que, tal vez está preguntando con su mirada acerca de su hipotético futuro; libre de cuernos, de lana, de no saber a quién venerar... ¿Quién soy? ¿A qué he venido? Cicatrices imantadas.  * Microrrelato creado a partir de una imagen de  Jono Dry.