ECLIPSE

Un ser de luz es perseguido y bloqueado por otro cuerpo eclipsante. Nada como brillar para ser el foco de lo que a todo trance se quiere eclipsar; nada importan las formas, todo vale para ganar una guerra, una medalla a costa de quién brilla con luz propia y por lo mismo es envidiado.

—¡Hay que matar esa luz!

—¡Pero si es el sol!

El firmamento al completo, en formación, con las armas preparadas para disparar al foco de resplandeciente luz.

Las estrellas no están dispuestas a que nadie les haga sombra. El sol se cree el rey de todo el universo. La luna oculta sus nada claras intenciones.

El ser de luz encuentra cobijo en un planeta inexplorado y por tanto desconocido para el resto. Se aposenta con su brillo iluminando lo que hasta entonces había sido el oscuro Earth, y es aquí que, por su ingenuidad, creyendo haber encontrado el lugar idóneo, comienza una larga carrera de obstáculos. Ha de vencer a mil y un satélites que intentan opacar su luz usando las armas más mortíferas inventadas: envidia, mentira, declaraciones falsas, tergiversación…




Hasta que la aparición de Helios en su carro tirado por cuatro caballos solares pone en jaque a todo el universo:

—Flegonte —ardiente. 

—Aetón —resplandeciente.

—Pirois —ígneo.

—Éoo —amanecer.

Entre los cuatro consiguen con su luz desintegrar a todos estos planetas inhibidores de la luz ajena, y, con ello, deja establecido el orden en Earth hasta la próxima batalla, hasta la próxima aparición de portadores de luz.

«Eclípsame con tu inteligencia».
























Comentarios

  1. Vaya alegoría, Consuelo. El que no tiene luz no la quiere, pero sí quiere destruir al que la tiene. Se puede ser más envidioso. La envidia es de las peores enfermedades que hay.
    Un abrazo!

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    Respuestas
    1. La peor enfermedad del ser, la envidia. Otro mundo distinto sería sin codiciar lo que es de otros. Gracias, María Pilar por tus comentarios. Abrazos de vuelta.

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