LA REVOLUCIÓN DEL MOHAIR


Allá por el siglo trece, catorce, quince…este dato no es importante para el tema que nos ocupa. Resulta que en las islas del Canal dependientes de la corona británica: Jersey y Guernsey, por aquellos entonces, decía, ya existía la tradición de prendas de punto que no creáis que estamos inventando algo… ¡Si está todo inventado!  Bueno, como iba contando, a unos pastores les dio por inventar el crowfunding que no es otra cosa por muy inglés que se sea y la palabra de lugar a malos entendidos, que una intención subyacente de hacerse con los maravedíes para establecer el business

De resultas, como se puede comprobar, no les debió salir tan mal cuando se ha propagado hasta nuestros días. Se lo montaron para que la Corona británica les otorgase el permiso de importación de lana desde el Reino Unido, al parecer paradigma de las lanas merinas a cambio de obsequiar a los «reales» con estos artículos. De lo que se deduce: una cadena de favores en toda regla que se extiende de este a oeste, de norte a sur por los siglos de los siglos amén, al que eufemísticamente se denomina «favor» porque capitalismo queda menos glamuroso.





Desconozco si está documentado, pero, cuesta creer que los «reales» utilizaran el jersey, prenda destinada a trabajadores y como consecuencia sin atractivo alguno para tan selecta tribu. Quizá en esa cosa del ocultamiento —ahí seguro que eran más diestros— la llevaran oculta bajo sus ropajes, ejemplo que avala esta teoría son las medias de lana que llevaba María de Escocia para la ceremonia donde perdió la cabeza y con ello, claro está, el ser y el estar.

He pedido a propios y extraños a lo largo y cada vez más ancho recorrido de mi vida que si de verdad en algo estiman mi amistad, jamás, digo ¡JAMÁS! con mayúsculas, tengan a bien hacerme a través de prebenda alguna, obsequiarme —ellos lo llamarían favorquetehacemosparaquenopasesfrío—, con esta aberración, que no tengo ropajes reales bajo los que ocultar este horror, que cuando veo a un valiente con la prenda incrustada, los sudores los sufro yo. Tanto da si es de pura merina virgen, de angora o de plexiglás…Es un invento de lesa humanidad junto con la bomba atómica y otros males que no voy a relatar aquí.



Hacia finales del siglo XIX empezó a popularizarse su uso dentro del ámbito deportivo, pasando entonces a llamarse suéter —derivador de sweater en inglés que significa «el que suda»—.

Háganse un gran favor himself y, por propio amor de uno mismo:

¡NO SE PONGAN NUNCA UN JERSEY! —Es un bloqueador antilibido—.

 




















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