CICATRICES: LA CASA CUBIERTA DE OLVIDO
Las paredes lloran sus horas
perdidas en aquella casa que el olvido tapa con sus malditas garras para acallar
los gritos que surgen de cada grieta y, se elevan sin esfuerzo al raso que es
ahora el dueño y señor de techo transparente.
Los fantasmas heridos de
olvido claman por entre las brechas abiertas cual llagas que impone el señor
del Tiempo; se escapan a mirar por
las rendijas cubiertas de musgo. El olvido deja a su paso todas las cicatrices
que en el transcurrir del calendario parece no haber existido, y sin embargo
fue, y abrigó entre sus paredes las vidas errantes de seres abiertos a la lacra
de lo irremediable: el tiempo ese «heridor»
imperturbable.
Cada raja en la pared es la herencia de una cicatriz otrora pertenencia de alguno de los habitantes de la casa.
Cada raja, cada herida en el muro, la cicatriz de quién un día se cobijó tras ellos.
La casa vacía, la casa en ruinas grita por cada una de sus heridas, invoca el restablecimiento, la puesta en pie del tiempo consumido por una época que espera con fe de santo un amanecer que traiga consigo los muros en pie, los días soleados, las tardes de tumbona debajo de los rosales, las risas, los llantos purificadores sobre la última tropelía ejecutada.
La casa vacía, con su
alfombra de musgo verde, amortigua los fantasmales pasos que buscan el perdón en
la añoranza de lo que no pudo ser.
En cada rendija lleva la
impronta de los actos perpetrados por sus inquilinos. El tiempo se asemeja a
una bomba, destruye lo que fue, lo vivido, y, convierte paredes fuertes en láminas
de papel.
Una enredadera trepa por el
muro a modo de costura como si fuera una laña que quiere cerrar la cicatriz
abierta en él.
La luna apareció por el oeste,
llorando de impotencia, susurrando arrepentimiento.
Hay un montón de casas y pisos viejos deshabitados, desmoronándose al paso de los días. Siempre que reparo en ellos me pregunto quién vivió ahí. Dónde están ahora sus antiguos habitantes.
ResponderEliminarUn sinfín de historias perdidas o guardadas entre los escombros. En este caso pensé en la casa de mis abuelos.
Eliminar¡Saludos!
Cuánta nostalgia. Muy buen relato.
ResponderEliminarUn saludo, Consuelo.
Muchas gracias, María Pilar. Saludos de vuelta!
Eliminar