EL AMOR EN LOS TIEMPOS DE ESCARLATA
Scarlett no es
la típica heroína de buen corazón y amada por todos, muy al contrario, es
vanidosa, caprichosa y manipuladora. Consciente de sus encantos le encanta
coquetear con los hombres. Si algo caracteriza a este personaje es la
perseverancia y empeño que pone para conseguir lo que quiere, cosa que
demostrará muchas veces a lo largo de su historia.
Esta capacidad de lucha le
ayudará a sobrevivir en tiempos de guerra, pero también le acarreará muchos
problemas entre la tradicional sociedad estadounidense que no ve con buenos
ojos que una mujer sea tan desenvuelta e independiente.
Se encaprichará de Ashley Wilkes porque es el único hombre
que no puede conseguir: él se casa con su prima Melany —muy parecida a él en gustos y aficiones— y aunque siente
algo por Scarlett jamás traicionará a
su esposa. Junto con Rhett Butler, el
descarado y pícaro pretendiente de Scarlett,
se formará un peculiar triángulo amoroso.
Poco dada a los
convencionalismos sociales, ella, hace eso que en español denominamos «de su
capa un sayo» y, en una época y situación en la que la mujer estaba abocada a
un papel de estatua, no solo coqueteaba, sino que se lanzaba a poner de
manifiesto lo que sentía, y lo espeta a la cara sin esperar a que Romeo tenga a bien confesarle sus
sentimientos.
Su obsesión hacia Ashley forma un tándem perfecto con su
propia idiosincrasia: lo quiere porqué es el único al que no puede conseguir.
Esto casi es un axioma para un grupo de mujeres a las que solo mueve o despierta
interés un objeto de deseo que sea imposible.
Tara…yo
tenía una granja en Tara…
Un amigo de hace siglos,
viendo la película me comparó con ella; no me encuentro yo semejanza, la
verdad. Por esas cosas del ego, lo tomé como un halago.
Apunte que me hace una buena
amiga; a saber, si lleva razón… y, yo con estas velas que me alumbran —o me
deslumbran— no sé, no aprendo a ponerlo en práctica por aquello de confundir
elegancia con lo que solo sea la implacable cobardía o un vago temor a recibir
por contrapunto la respuesta de un Rhett
Butler cansado, agotado del juego:
«Francamente,
querida, me importa un bledo».
«Recuerda
a Scarlet O’hara en las grandes historias de amor son ellas las que les dicen
primero que les quieren, al revés realmente no deja de ser una vulgaridad».
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