EXOTISMOS
La cultura en las diversas
sociedades dependiendo de la situación geográfica. Lo que para nuestra sociedad
resulta exótico, como es, contemplar ritos y creencias de culturas denominadas
desde nuestro mapa, extravagantes, y que,
para esos pueblos, esas culturas, resultaría mucho más singular mirar algunos
de nuestros comportamientos y creencias arraigadas desde una educación—amaestramiento—
judeo-cristiano, es muy probable que para ellos nuestros comportamientos rebasarían
lo exótico.
Una mañana por el centro de
una gran urbe —Madrid, por ejemplo—, y ninguna de esas sociedades denominadas
exóticas desde la cultura occidental, acertaría a comprender un comportamiento
cuando menos caótico.
Tribus urbanas a la caza de un objeto inservible por el que se desviven y patean hasta la extenuación. Objetos de una más que dudosa prestancia, adquiridos quizá con la pretensión de cubrir otra necesidad oculta y que se nos escapa. Cultura occidental, cargada de inesencialismo, más preocupada por un existencialismo de pose y apariencia que por la naturaleza del ser.
Todo se vende y se compra en el mercado de las vanidades. Acomodados en un etnocentrismo desde el que se distorsiona la imagen cultural de otros pueblos, otras culturas, que tienen mucho que aportar a este occidente caduco.
El comportamiento de una
cultura en particular no debiera ser juzgado por los patrones de otra. Nada más
inmoral que la hipocresía de medir cualquier aspecto cultural desde el ego.
«El
único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes,
sino en mirar con nuevos ojos».
—Marcel
Proust—
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