AGOSTANDO
Es curioso que el verbo
«agostar» signifique: «marchitar, hacer
que algo se extinga»; «pastar el ganado en rastrojeras o en dehesas durante el
verano»: el rebaño está agostando.
El «rebaño» comienza a hacer
planes el uno de enero para el resto del año.
—¡«Este año me voy a la playa»!
a una desierta, sin mujer, suegra, hijos…
¡Y una mierda! …cada mañana
bostezando esperas el metro. El andén se va llenando hasta no dejar hueco
libre…llega el tren, las puertas se abren, no cabe un alfiler, intentas
colocarte sin morir en el empeño.
—Piensas: ¿«para esto me he
duchado»?...cada vez que el tren hace su parada, en cada estación, nuevos
recolocamientos, nuevos semblantes de susto, nuevas caras asombradas,
adormiladas, sedientas de una paz imposible de alcanzar en esta selva. Así, durante trescientos
cuarenta días —más o menos— sigues contando los días que faltan para que
aparezca ese agosto redentor…¿redentor? ¡No!
En absoluto…solo cambias la selva, la lucha y, las peleas siguen siendo
las mismas: no queda sitio para aglutinar tanta vulgaridad y tanta insensatez…te
prometes que el próximo año será distinto, que darás el salto al vacío y te
largarás sin suegra, consorte, descendencia…¡mentira!
—Él: MaríaDeLaMerced: ¿has
puesto un par de bañadores de repuesto en mi maleta?
—Ella: ¡claro! A mí no se me
escapa nada querido, que me educaron en la sección femenina allá por los años…
—Él: ¿no habrás olvidado el
formulario/lista de la medicación de tu madre?
—Ella: está todo revisado,
compuesto y listo…
Cada año se repiten por miles
historias como esta. La pregunta no puede ser más simple: ¿de verdad compensa
una vida tan vulgar en la que se esperan quince días para supuestamente
desquitarse de otros trescientos lamentables, penosos y «arrastraós»?...
Nos han vendido una serie de
mentiras para tenernos entretenidos, entretejidos en ellas, a fin de no dejar
ni un resquicio para pensar no vaya a ser que a alguien le dé por armar la
revolución necesaria —a todas luces— del siglo que habitamos: «poner fin a una
carrera sin fin»…algunos lo llaman estrés, prisa, falta de tiempo, ocupaciones
varias…
Cada siglo sus esclavitudes.
Puede —lo dudo mucho— que a estas alturas alguien piense que la esclavitud se
erradicó mediante la proclamación de emancipación promulgada por el presidente
Abraham Lincoln, en la que se declaraba la libertad de todos los esclavos en el
año 1863.
Nuevas formas de esclavitud se
han desarrollado desde entonces…solapadas unas, abiertas otras.
Contemplando este panorama
adquieres conciencia de que nada cambia, nada ha cambiado…todo es circular, no
hemos abandonado la caverna, solamente tenemos más «trastos»…además de ese gran
invento que es internet, por el que —o a
través de él— a veces nos sentimos poderosos.
Ventana al mundo mientras
permanecemos bajo el absoluto control de los padres del invento. Aquí
convendría parar a pensar sobre la evolución humana. Siglos después de la era
cuaternaria, reconociendo el avance tecnológico que, en algunos campos, nos ha
facilitado la vida a un precio prohibitivo, tal cual es pagar con lo más
preciado: la renuncia a nuestro propio tiempo.
Igual toda esta proclama viene
sujeta a que no voy de vacaciones, no tengo esos penosos quince días para cambiar de jungla…pero, que me desquitaré
cuando el resto del mundo entre en el letargo de sus «trescientos días nada
más»…
«El
rebaño está agostando».
¡Enjoy
yourselves!
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Soy toda "oídos". Compartir es vivir.