LA ESPERANZA ES ESA COSA CON PLUMAS
Espera, dijo la vida una
mañana.
Espera la mañana del tercer
amanecer sin sol, sin luz, sin agua.
Espera con las plumas mojadas
que, sin sol, han quedado enmohecidas.
Espera con la esperanza del
que espera sin ella.
Trato de estimularme con
preguntas para las que no encuentro respuestas; quiero encender en el silencio
que me rodea, la única réplica que no llega.
—¿Durante cuánto tiempo lo
soportarás? —oigo desde mi interior.
Esta es la pregunta vital, más
allá de todas las demás. Me la dirijo a mí mismo; sin pretensión de molestar a
los demás.
Dotado de pulmones que no se
desgastan, resistimos todas las preguntas; convertidos por un destino no
elegido, —como son siempre en esencia los destinos—, somos auténticos baluartes
del silencio. Un silencio que grita corriendo a oscuras por el opaco túnel
machacón y terco, túnel que no otorga sino su propia ley de tinieblas,
descartando, cualquier rayo esperanzador de luz; no reconoce mas ley que la
impuesta por su oscuridad.
La libertad hoy es como una
rama seca, habitada por desesperanzado silencio, desconocedor de la respuesta
futura.
¿Callamos todos por igual?
«La
esperanza es esa cosa con plumas que se posa en el alma, y entona melodías sin
palabras, y no se detiene para nada, y suena más dulce en el vendaval; y feroz
tendrá que ser la tormenta que pueda abatir al pajarillo que a tantos ha dado
abrigo».
—Emily
Dickinson—
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Soy toda "oídos". Compartir es vivir.