MEMORIA DE UN GIRASOL

«Solo tener un girasol me haría muy feliz».

Quiso escribir sus memorias, pero solo recordó el hatajo de mentiras elaboradas a beneficio propio.

Recuerda cuando nada pasaba cuando el tiempo parecía plano y un minuto caía sobre el siguiente sin causar sobresalto.

Esa edad platónicamente relegada a un presente cautivo.

Noches eternas que duran noventa horas escribiendo sobre la nada como el eterno profesor de escritura que en vano espera terminar su novela, esa, que lo encumbre a la fama,

al paraíso dionisiaco de los diletantes.

Un pitido alumbra la pantalla del teléfono antiguo,

apagado la más de las veces como manifestación patente de su misantropía…

—¿Diga?

—Del otro lado un silencio atronador como única repuesta…

A través del ventanal se divisa un campo de girasoles que coquetos hacen guiños a un impuntual amante.

Amanece. 























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