LA PUERTA DE ATRÁS
Por la puerta de atrás de un caserón herido en los
cimientos que, medio lo sostienen en pie salía cada mañana el pastor con sus
ovejas.
Por la puerta de atrás entraba al caer la tarde
siempre detrás de su rebaño.
Por la puerta de atrás entraba al caer la tarde
siempre detrás de su rebaño.
Por la puerta de atrás se fue un día sin sus
ovejas.
Por la puerta de atrás asoma formando un marco
verde el musgo del tiempo indefinido que va desde que los goznes se engrasan a
diario hasta que la herrumbre los tiñe con su capa de irreversibilidad.
No hay chirridos, ni balidos, ni ruido de las
abarcas que arrastran unos cansados pies.
La puerta de atrás ha quedado atrancada en la
pausa indeterminada que dejó el rastro de aquel rehalero fiel a un rebaño que
siempre confió en él.
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