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MIRADAS

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Había en el color de sus ojos algo que iba más allá del cromatismo. Su mirada, ocultaba secretos que pugnaban entre la conveniencia o no de salir y mostrarse. Una profunda tristeza, amortiguada por la sonrisa con la que intentaba suavizar el dolor escondido bajo llave, ese que no puede ser compartido, porque, al fin, se está solo en un mundo donde la individualidad se reconoce como fortaleza. Con el tiempo aprendería que la paz la proporciona la apertura de escotillas; hay tormentas a las cuales se debe dejar crecer y dar salida antes de que se conviertan en inundación. Un mar plagado de desdichas trae tras de sí un sol que seca y renueva; nada permanece inamovible, todo se transforma. Los espejos engañosos, transmiten imágenes distorsionadas según el espíritu observador. Desde una laxitud que incomoda y paraliza se abren caminos, enardeciendo sendas por las que no se debe volver a pisar. Lo que trata de ocultar la sonrisa, queda desvelado a través

LA ESCLAVITUD DE LAS TRADICIONES

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La esclavitud de las tradiciones. Esta es mi definición para unas fiestas absolutamente paganas, disfrazadas de religiosidad fingida, en las que todos intentan aparentar el don de la benevolencia, tan olvidado cuando recogen y empaquetan los adornos navideños. ¡Cuánto deseo de felicidad, cuanta condescendencia! Personas que no se hablan, que no se recuerdan a lo largo del año. Es navidad: vamos a aparentar ser aquello que ni por asomo forma parte de nuestra idiosincrasia; juguemos a que todo está bien, a que no pasa nada por debajo de la neblina que producen tantas luces destellantes. Buscando información, la conclusión a la que llego es, que sea cual sea el punto del planeta, allí donde los cristianos son minoría, esta fiesta es puramente comercial y, excusa para que parientes y amigos —olvidados a lo largo del resto del año— se reúnan con no se sabe qué fin, a no ser el atiborramiento y despilfarro de comida y artificios varios. El festín cristiano tiene sus orígenes en tiem

SER, ESTAR, PARECER…

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Aunque los anglosajones usan ser y estar en la misma forma, no ocurre ni es parecido en castellano. Ser se utiliza para describir las características de una persona o de una cosa. Estar se aplica para hablar de una ubicación o estado anímico. Parecer : tener determinada apariencia o aspecto. Esta introducción, aunque sabida, conviene para ir anotando las diferencias verbales existentes que tanto despiste genera. Hay ocasiones en que la mezcla de los tres verbos suscita una gran confusión. Tendemos a quedarnos en la imagen del ser , sin analizar el parecer , y terminamos colocando en el estar , aquello que es pura apariencia. Si teníamos poco en nuestro día a día, llegan las redes sociales para implementar un sistema arbitrario de imposible conjugación, donde el ser deja de lado sus características para pasar a una fase de pérdida de ubicación total, con el propósito de proyectar una imagen que, en ocasiones, poco o nada tienen en común con lo enfocado.

HADAS, HADOS Y DESHADADOS

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Ella no pertenecía al mundo real. Un ser especial creando su propia realidad. Se alimentaba de ella; era lo único que hacía soportable su existencia, lejos de todo pragmatismo, ella, era pura ilusión, ensueño, ensimismamiento. Incapaz para la norma y todo concepto impuesto, aterrizaba el tiempo imprescindible para lustrar sus alas y continuar el vuelo. Tomada por loca como todo lo que no se entiende o asusta por desconocimiento de la materia o por deslumbramiento de una personalidad poco común. Ni su brillo ni sus ideas, comportamiento, eran o contaban con la aceptación de un mundo para el que no estaba hecha. Hubo un tiempo en el cual ese rechazo convocó mares de lágrimas. Necesitó tiempo y aprendizaje para desterrar prejuicios con los que había sido encadenada. Aprendió, asumió sus diferencias, esas que la llevaron a un estadio apartado de todo aquello que trató en vano de envenenar su existencia. Convencida de que hay parcelas que se labran solas, a través de las fuer

CASI UN CUENTO

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Improbable verdad es la mentira sobre historias contadas por renombrados cuentistas con la intención quizá de que, a través de la controversia creada por sus relatos, alcance la creación de fábula bullanguera. Sumidos en la melancolía que se apodera de nosotros en momentos inoportunos para salvarnos de otros males mayores —o menores—, cuándo lo que viene a importunar carece de la más mínima importancia; es ahí donde nos dejamos llevar por un viento cargado de falacias que invita a seguir en la zona de confort. Como recurso queda escribir sobre ello para soltar la rabia y no salir corriendo. Es tal la apatía que crean ciertas circunstancias, unidas a la sensación de pérdida de tiempo y energía que, a duras penas conservamos el control en tales situaciones. Convendría lanzar un grito a esa audiencia ensimismada, no se sabe a ciencia cierta porqué razón, cual es la razón que les impulsa a seguir alienados a causas que ni siquiera comprenden. Mentir, mentirnos constantem

ESPEJOS

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Espejos con cornucopias que adornan la imagen reflejada… Interior coincidente con un exterior que no corresponde. Paseo de siglos donde todo cambia para seguir igual. Estrategias contagiosas, que no modifican sino el escenario, manteniendo viva la esencia como si nada se aprendiera o pudiera transformar el ser… Imágenes distorsionadas convenientemente por el observador omnisciente; conviene al observante imaginar y plasmar en la retina aquello que le es provechoso a su propósito e interés. Lejos del objetivo final que sería la revelación de la existencia. A veces el reflejo muestra un contenido distorsionado y, así transforma en zafiedad lo que solo es un miedo irrefrenable a conocer la entidad real, la verdadera, la que oculta, solo vive en territorios no explorados por el miedo a enfrentar. Detrás de los espejos se esconden duendes traviesos que juegan con nosotros a confundirnos. Se entretienen viendo nuestro estupor, traviesos ellos, hasta que deciden apiada

UN SOPLO FRÁGIL

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Del cómo y cuándo aterrizamos en este valle está casi todo escrito. Nuestra ruta a seguir viene confirmándose con el correr de las décadas. Una infancia que marcará con la impronta del localismo, familia, colegio, amistades... y, que infiere un carácter y personalidad difícil por no decir imposible de obviar. Pubertad y juventud vividas con la sensación de eternidad que desaparecerá en las postrimerías de una edad madura. Pendientes de un gesto, una palabra, una sonrisa que den sentido al momento, a una vida que solo a través de gestos se va llenando de riqueza que el ser humano restringe y evita para entregar en el último momento, ese, ese que ya no tiene vuelta atrás, en el que todo es perdonado u olvidado porqué ha dejado de ser valorable. «Líbreme dios del día de las alabanzas», frase que escuché en repetidas ocasiones de voz de mí padre…tardé mucho tiempo en asimilar estas palabras que he ido entendiendo a base de empirismo. Todo halago postrimero que jamás se pronunció en la