TACONES. INERCIA
Se lanzó al mundo.
En esta ocasión, la inercia
tiraba de ella; su voluntad a merced de la desidia total. Encontraba a su paso
caras desconocidas, sonrisas desdibujadas en medio de la ilusión de un sueño
transmutable, ese que lleva impreso la más clara insolencia; el que crea
anhelos que no encuentran otro rincón para ser admitidos.
Vagaba con una sonrisa
prestada, arrastrando todo un universo de desilusión del que, a su vez, poseía
una consciencia implacable…sabía perfectamente que ese deambular la convertía
en blanco perfecto de miradas capciosas que ella ignoraba o que simulaba no ver…
…De repente llegó hasta ella
una música que reconoció al instante. Estaba grabada en su interior formando
parte de su fisiología…la siguió como quién no puede resistir la fuerza de la
atracción de un fenómeno terrenal…y, de nuevo, desembocó en lo que creía ya una
ilusión producto de sueños pasados…
De nuevo el «TACONES DE HIELO», … allí estaba, como
un fantasma que viene a resucitar aquello que quedó prendido en una nube.
Existen tormentas que por más
estremecedoras son incapaces de borrar sensaciones, sentires, y esa
impertérrita configuración de los sueños incumplidos que nos persigue como un
hada mala, instigando a cumplir lo que un día no supimos gestionar, pendientes
de un momento que no llegaría a consolidarse.
Las notas de esa canción
tiraban de ella hacia aquel fantasmagórico lugar; cual maldición, sin recurso a
la resistencia. Cruzó la calle desierta, ya con la voluntad a merced de un
destino que hubiera querido cambiar.
Reflejos, imágenes,
reverberación…espejos que asistían a aquel baile de disfraces, haciéndose
protagonistas de una historia que no les correspondía, cual ladrones
desesperanzadores, engañosos…
Fijó la mirada en un punto
indefinido: ese que por ilimitado jamás revela lo que esconde.
Ella, solo quería bailar…
Comentarios
Publicar un comentario
Soy toda "oídos". Compartir es vivir.