ASIA
La huida hacía el sol es una
constante en mí. En esta ocasión el sol de oriente. Una luz que caliente y
apacigüe el espíritu, llenándolo de paz, adormilando por espacio de un tiempo
este sol occidental, cargado y apabullante en ocasiones.
Mi afán de aventura es posible
que nazca de la necesidad de escabullirme; huir, perderme y no enfrentarme…o
tal vez reside en la antonimia: encontrar, enfrentar lo que soy, mi ser auténtico.
No lo tengo del todo claro.
Sueño con las mil maravillas
del mundo, con recrearme y fundirme en todos los lugares fascinantes del
planeta. El cuerpo pide lo que el alma grita: ansia de libertad, de
conocimiento…perdida o hallada en un universo por descubrir.
Salir de esta especie de
fantasía que hemos creado en el primer mundo, elaborando una forma de vida
consistente poco menos a la limitación de respirar; a veces es esto justamente
lo que nos asfixia y arrastra a una inercia que termina por desembocar en
inanición.
Busco información sobre
India…veo documentales. Percibo a través de ellos el vacío inmenso y la
vacuidad de muchas de las acciones que llevamos a cabo en nuestro día a día
preocupados por pequeñeces, cuándo medio mundo se muere de hambre y miseria sin
perder la sonrisa.
Me pregunto: ¿qué hace a esas
personas tan especiales? A pesar de todo el infortunio que les toca vivir jamás
pierden su sonrisa. Pienso: «su interior está construido de paz, de una paz
adquirida por medio de la aceptación y la sabiduría».
Difícil binomio —al parecer—
en este espacio del globo que nos tocó en suerte.
Si quiero: puedo.
Proyectando.
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Soy toda "oídos". Compartir es vivir.