DILETANTES

¿Y tú? ¿Quién eres?

—Preguntó el ingenuo diletante al experimentado monstruo.

Las lunas se sucedían como cuadrigas en procesión. Mares de arena; mares de aves; mares de incomprendidas sirenas.

—Como si fueras mi sombra; me sigues sin saber por qué ni para qué…

¿Acaso buscas refugio al amparo de mi espectro? Eso, será tu perdición -dijo el monstruo.

—Yo, solo quiero bailar —respondió el aprendiz.

—¿Sabes? Existen otras playas, otras visiones tras las que perseguir «eso» que no sabes que estás buscando.

—El objeto no es el valor. Lo que cotiza al alza es la observación del camino —afirmó el diletante.

—Nunca llegarás a nada —replicó el monstruo.

—Te equivocas. He encontrado lo que no buscaba: a ti.

—Comprendo —asiente el monstruo condescendiente.

El mar de plata que avistaron en la lejanía los atrajo, arropándolos entre sus escamas. En el aire quedó suspendido el olor de todo lo incomprendido durante aquel trayecto fagocitador.

El significado último de lo inaceptable, se convirtió en sonido vibrante y ensordecedor que solo pudieron percibir dos diletantes sirenas. 

Agazapados en la negrura de la noche, constituían un poder extraordinario de difícil combate; inaccesibles a un olvido redentor, quebrando así cualquier intento de liberación.




El amanecer pondría al descubierto todos los misterios ocultos del crepúsculo. Una vez más, el sol saldría, desenmascarando las sombras de la noche.

—Esta noche la luna está loca…

Otra mañana más, una cualquiera, apareció como salido de la nada, torneó la zona paralela de un escenario rocambolesco, una sombra amenazadora, adquirió forma de pájaro, sobrevoló el escenario de muerte y desolación que se había creado de forma aleatoria entre idas y venidas de personajes indefinidos, escondidos, protegidos por un silencio mudo que les dotaba de un poder sobrehumano.

Por aquella senda impracticable se derretía al son del aniquilamiento, toda posibilidad de retorno, redondeó un círculo vicioso que había creado la existencia de seres habituados al olvido. En esa maraña de avenidas insuperables y arena derretida, había un tono decadente, lánguido; conductor de vidas paralelas que no se reconocían en el choque.

—No hay retorno.

—Al fin, por fin…todo llega.

—¿Todos los monstruos son humanos?










Comentarios

  1. Ains... Leerte ha sido como Respirar Magia... *-*

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    1. ¡Muchas gracias! No te dicen eso todos los días...(ja, ja). Muy amable, me alegra si te gustó. Saludos!

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  2. Wow!! Bello paisaje de monstruos y posibles...

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