LILITH DE QUERÉTARO
Miró por la rejilla incrustada en la puerta. Una bata blanca y un brazo del que colgaba un maletín con una gran cruz roja, y, una mano aporreando el timbre…
—¿Abro
o no abro?...
Lilith
no sabía por dónde tirar…el galeno se lo había dejado cristalino: —«Si no
guardas reposo, esa pierna no volverá a andar» …
Claro
que ella quería volver a sus correrías, saltos y malabarismos, pero lo de
«reposo» no cuadraba bien con su idiosincrasia…
De
carácter inquieto —por no decir rebelde— cuando llegó de la consulta se tiró de
mala manera sobre el sofá, con la poco consistente intención de llevar a cabo
la inacción que al parecer necesitaba su miembro.
Lilith
entendía que el prefijo «re» en una de sus muchas acepciones, además de
significar repetición, también puede indicar oposición, resistencia o rechazo…así
las cosas, y con una pata rebelde, las oportunidades de curación se veían
claramente obstaculizadas por razón de la materia: su materia. Y, es que ¿Cómo
enjaular a un tigre de bengala? ¿Cómo transformarlo en gato?
—¡Qué
te sientes! ¡Ya! —escuchaba de su voz interior…
—¡Si
solo es un momentito de nada!, de verdad que un par de cositas imprescindibles,
y vuelvo a ser una croqueta sillonera…—contestaba Lilith a su Pepito Grillo
interior.
Para
ese espíritu rebelde no era fácil asumir la inanición que representaba a priori
la palabra maldita: «reposo» …
La
medicación que le administraron en la clínica comenzó a surtir efecto y, como
le habían puesto sedantes como para una tropa caballar, vino a apoderarse de
ella un sopor que la mantuvo durmiendo dieciocho horas seguidas…en sus sueños
apareció un artefacto a todas luces rudimentario, pero útil. Una especie de
carrito fabricado con cuatro listones de madera y unos ruedines que permitían
el desplazamiento —un poco limitado para lo que hubiera sido una carrera de
fondo—, pero suficiente para desplazarse por su espacio vital. Al despertar, la
imagen había quedado grabada a fuego en su cabeza…agarró el teléfono y marcó el
número de la serrería que tenía en el listín:
—¿Podría
enviarme a esta dirección cuatro tablones de madera, cuatro ruedines y una
palanca de freno?
Eran
así como las tres de la tarde…para las siete de ese mismo día habría terminado
su obra.
—«Si
la vida te rompe una pierna, recuerda: tienes dos manos para repararla» …El
invento no dio al resultado que ella había esperado…con lo que pasó ¡a otra
cosa mariposa!
—¿Micky?
—¡Hello
baby! ¿Cómo se porta esa pata quebrada?
—¿¡Qué
pata ni qué pata!?…Mira, te llamo por algo de vital importancia. He visto en el
noticiero que han abierto un rockbar, donde, además de disfrutar de buena
música, te puedes pegar unos bailes…esta noche sin falta, me recoges y nos
aposentamos allí, ¡tal cual!
—¿Qué
dices? ¿Recuerdas la palabra: ¿REPOSO?
—Por
supuesto. Por eso mismo: re-poso ¡dos veces!, o más, mis posaderas junto a mis
pies en la pista…
—Nunca
conocí mujer más loca que tú…
—¿Será
que conociste pocas?…
—Bye,
bye…te espero en mi puerta a las ocho o’clock… ¡sin falta!…
¡Como
oponerse a los deseos de esta quimérica Lilith!
Allí
plantado, a la hora acordada, recogiendo a una Lilith que, disimulando su
cojera, se colgó del brazo de su afamado amigo bailarín, enfilando para el
night-club en una noche donde abandonaría su desnivelación al ritmo de la
redentora música.
Nada
recordaba al despertar…solo el raro sentimiento de una ausencia que no lograba
definir…tiró el cubre cama de una patada… ¡de una patada! —Por qué de dos, no
hubiera podido—… ¿¡por qué!? ¿qué? ¿Dónde está mi pierna?
Frenética
miró tres veces seguidas el lugar vacío donde antes hubo un miembro, y ahora,
ni sombra alumbraba el espacio otrora ocupado…en ese momento —inoportuno por demás—, «My way», emite sus
notas desde el teléfono que, posado en la mesita, parece querer saltar de ella
y huir por la ventana…
—¿Estás
bien?, pero ¿¡qué bien despierta!?
—¿¡Qué
mierdas pasó anoche!? ¡He amanecido sin mi pata quebrada! —aulló…
—Y
yo he amanecido con tu «pata quebrada» pegada a mí… ¡esto es de locos!
—¿Qué?
Mira
Lilith, no entiendo nada, pero lo cierto es que tu pierna está aquí, conmigo…de
como ha sucedido no puedo dar cuenta…yo tampoco lo entiendo…
De historias inexplicables está la vida llena. Aquella era solo una de tantas, incierta y desconcertante —al menos por el momento—. A no ser…a no ser qué… ¡ya sé!
¡Fue la pajarraca aquella que diseñaba uniformes para unicornios! la que
arrojó el hechizo sobre las piernas que se quebraban, dotándolas de vida propia
para vagar a su antojo, apareciendo y desapareciendo como les daba la realísima
gana…
Una
vez devuelta a su dueña la pierna viajera, Lilith y su amigo tomaron la
inteligente decisión de hacerse con un arnés «sujetatodo» para las noches
confusas, alteradoras de miembros, que aparecen y desaparecen de acuerdo a su
volubilidad, dejando a merced de oníricas aventuras a sus ensoñadores dueños.
No
hay reposo para las «Liliths» aventureras.
Muy bueno👏👏👏👏👏
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra saber que te gustó. ¡Saludos!
EliminarY yo que pensaba que solo la mente era capaz de viajar sola.
ResponderEliminarNunca subestimes el poder volandero de cualquiera de tus miembros...
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