UN LÍQUIDO EN EL CUERPO


Por mis venas corren ríos de sangre de mil y una noches de pena, de otras tantas alegres, de fuegos fatuos y eternos como luciérnagas que amparan mis días.
Por mis venas corre la savia de un saber acumulado a través de generaciones de mujeres enfrentadas al destino que el universo les impuso sin preguntar, sin consultarles siquiera.

El líquido verdoso rezumado de las piedras milenarias que amurallan mis orígenes, acompañado del líquido apasionado de sus místicos, hacen sombra a mí yo tan poco pío. Expío la culpa de los ríos secos de mi espiritualidad.

Por mis venas corre como un caballo desbocado el ansia de libertad, el de la paz anhelada para un mundo sin sangre, sin ganas de soledad, de la paz que la soledad establece, de la perdurable paz que habita dentro de cada ser, la que no estorba, la que acompaña más que cualquier turba ingente de mala compañía.

Soledad, esa savia sabia, que corre por las venas de los denominados raros, extraños, los que no se avienen a derramar su solitario líquido y lo beben en soledad.

De eso y mucho más se nutre mi cuerpo líquido.



















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