EL SENDERO

 



El silencio se entrena tras la ventana gritando frente a un muro de hormigón que, cierra el espacio a un mudo y deshabitado mundo. Detrás de mi ventana, silencio.

Yo: ni pío.

Atronador silencio. ‹‹No podía creerlo. La respuesta había estado siempre ahí, ante sus ojos...››

Una cerca postrada a los pies del camino indica cuan libre es este que logra conseguir  del alambrado rendida pleitesía.

—¿Lograste resolver el enigma?

—Sí, perder de vista el camino era la solución.

Entró en la casa decidida a tirar a la basura el cuadro que pendía de una cadena dorada, encajado en la oblicua pared de la biblioteca desde indeterminadas generaciones; la forma de esa pared otorgaba al suelo un efecto inclinado.

Cuando alcanzó la biblioteca el cuadro ya no estaba allí.

De nuevo el atronador silencio se deslizaba como una serpiente por pasillos y estancias de la casa; el silbido que rozaba las losas iba dejando un reguero de letras delatoras.

Al entrar en su alcoba el rebelde cuadro había tomado posesión en la pared, junto al tocador. La imagen que el espejo capturaba era el doble de la que reflejaba el cuadro. De nuevo un grito sordo tronó a través de los muros desconchados de la que un día fue señorial casa.






La niña a veces puja tanto por volver al hoy que, algo de su esencia viene al presente. Logra vencer el miedo al engañoso vidrio. La mentira es para ella un freno absorbente. Ella escribe el guion buscando que, el universo, ese gran productor, lo acepte. El trovador hará el resto ejecutando su propia música.

Retorna al camino, a la humillada cerca, al alambrado de espinas.

El rocío arropa su cuerpo. La figura que acoge el cuadro colgado en la pared junto al tocador esboza una sonrisa, mientras, una lágrima se desliza por su cara, recorre el suelo de la casa hasta alcanzar la cerca que un día prohibió el acceso a la ruta marcada en el inhóspito sendero.

Los séquitos de hormigas de negro riguroso, acompañaron su cuerpo sin atreverse a tocarlo, como desconfiando, como si temieran ser atacadas por la figura posada en el sendero cual planta puesta allí con el fin de echar raíces.

Al escenario vino a sumarse una nube negra, tras de ella otra, tras esta, otra y otra y otra...formando una tupida cortina negra con su néctar acuoso cubriendo el prado, desdibujando huellas, lavando el cuerpo inerme que perdió sus armas en mil batallas libradas.






Las hormigas se esconden como cobardes y malas acompañantes de todo aquello que no satisfaga su sistema digestivo. Miserables.

El cuadro se deshace en mil diminutas partículas solo una porción del rostro se resiste a sucumbir ante el depredador paso del tiempo: nada ha apagado la sonrisa impresa en su día a manos del pintor.



Me felicitan desde Bloguers.net . 

¡Felicidades! Tu post EL SENDERO. Silencio tras la ventana ha pasado a la Portada!























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