SAL POR LA VENTANA...PISA EL ACELERADOR




De cómo me convertí —sin darme cuenta— en Thelma.

Ayer tarde escuchando a Sabina «Pisa el Acelerador» por esa correspondencia entre ideas que se crea a veces, vinieron a mí, imágenes de Thelma & Louise camino hacia la libertad, la verdadera.

¿Habrá algo más sexy que dos mujeres en un descapotable huyendo del macho alfa? irreverente y autoritario, sin respeto por nada que tenga que ver con las necesidades de la parte femenina que habita su mundo.

¡Qué buenas ciertas determinaciones! ¡qué libertad! ¡qué sensación! la de pisar el acelerador hasta el final... la cara de velocidad al ver pasar tanto idiota a tu lado y, dejándolo pasmao...

Lo mejor: comprobar la cara de gilipollas que se les queda cuando en un momento, tomas la decisión de convertirte en la protagonista de Telma & Louise...

Decidme si no os habéis planteado alguna vez ser protagonistas de una película como ésta.

Es curioso tomar conciencia de cómo cambia la perspectiva a través del tiempo. Cuándo yo veo esta película en el 91, me resulta divertida, excitante y, ya en aquella etapa, motivadora.  Lo que yo no sabía es que acabaría por emular a una de sus protagonistas (bueno: emular, emular...no tan a lo bestia que, una es modestita —o no, según se mire—  hasta para eso de las aventuras) ...ahora comienzo a entender por qué una de mis mejores amigas dice de mí que soy una aventurera...

¡A ver si me he dado yo a esto de la aventura más de lo necesario sin darme cuenta!

Sea como fuere, a lo que iba: dos mujeres cualesquiera, en un lugar del planeta —qué más da cual— con una necesidad imperiosa de cambiar su mundo interior, con la valentía que da el sentirse arropada a pesar de las diferencias que surgen en el camino y, con la fuerza que dan las convicciones, porque aquí lo ético no casa mucho con lo estético (el estático, es el marido de Thelma).

El final es bestial —el de la película— pero discutiendo sobre esto en aquel entonces con una amiga a la cual decepcionó el the end...yo, le decía: no cabe otro.

Era para mí el único posible en esa historia tan delirante, cargada de adrenalina y de empoderamiento de las mujeres...

Hoy la vindicación viene de la mano de esta canción de Sabina y de estas mujeres de película (que existen/existimos en la realidad, aunque nuestra manera de matar sea un pelín más sofisticada —elegantemente cruel—).

Creo que el próximo viajecito debo hacerlo al Cañón del Colorado...

 

 




























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