LLUEVE SOBRE MOJADO
Tengo un proceso bioquímico en
el hipotálamo debido a la segregación de dopamina.
—¿Qué?
—¡Qué estoy enamorado!
Llegada de la primavera, y con
ella, la exaltación del amor. Me pregunto por qué esto es así...por qué la
primavera trae consigo esta hiperbólica razón...
Durante el resto del año,
¿qué? ¿sentimientos dormidos? no lo creo. Con ser mi estación favorita en la
cual todo renace, no tiene influencia alguna en las emociones... ¿o sí? ni
estas quedan adormiladas en los meses anteriores ni nada despierta en primavera sino es porqué
ya estaba instalado ahí, en el interior...
Cuando llueve sobre mojado.
Cuando nada puede dañar más porque ya está todo tan roto que es imposible
acumular más barro...cuando los sueños se van por la ventana, cuando sin
ventilar, el aire, inunda y arrasa.
Por esos momentos en que la
vida se va entre los dedos y sueñas con otro mundo, otra vida, otras
circunstancias… porque no aprendiste a manejar las que te tocaron. Cuando todo
roza hasta la última fibra del alma, cuando no puedes más y gritas hacia dentro
y, esos gritos, van a dar contra un muro sin derribarlo, sientes que el calor
de invernadero es frío...buscas y no encuentras...no quiero saber...morirme en
el intento de vivir...cuando el arte de ser se convierte en pura
supervivencia...cuando crees alcanzar la cima y estás por debajo de las
catacumbas...
«La
dopamina es importante en todas las respuestas nerviosas que están relacionadas
con la expresión de las emociones; se puede administrar dopamina en el tratamiento
de diversos tipos de shock».
Un aumento de la dopamina
lleva a la pasión por el riesgo. Quizá aquí esté la clave...de esperar
resultados excesivamente positivos...y, si es verdad que, la primavera aumenta
este neurotransmisor...ya tenemos la respuesta al porqué de enamoramientos
varios...
Los científicos han demostrado
que cuanto más alto es el estatus social de una persona, mayor es el número de
receptores de dopamina que hay en su cerebro y, por lo tanto, más motivada y
satisfecha se siente. Esto viene a dejar al resto de clases no privilegiadas por los suelos.
Las lágrimas de desamor no
solo corresponden a la adolescencia...no tienen edad, ni tiempo, ni
espacio...están ahí cada vez que no se las necesita ni son llamadas...esa cosa
tan hiperbólica del amor que te sube a los cielos de la misma forma que te baja
al infierno inmisericorde. No tiene piedad, no se hace cargo...
Cambiaste lo místico por lo
mástico… así, sin darte cuenta. Sin esfuerzo... ¡con todo el esfuerzo del
mundo! y dejaste el té por bebidas espirituosas; lo intercambiaste por bebida
que te hiciera soñar...que hiciera de ti una soñadora colgada de una nube de la
que no quieres desprenderte porque la vida se ha puesto pendiente arriba y te
ahogas subiendo la cuesta...esos días en que ni el sol es capaz de poner luz en
tu camino...
Si el sol no vuelve a
salir...estará allí dónde la luz no llega, pero dentro de mí, muy
dentro...taladrando hasta lo más hondo... siempre habrá un rayo que ilumine mi
ser mudando los muebles de una mitad partida...
«Ven.
Salgamos fuera. La noche. Queda espacio
arriba,
más arriba, mucho más que las luces
que
iluminan a ráfagas tus ojos agrandados.
Queda
también silencio entre nosotros,
silencio
y este beso igual que un largo túnel».
—Gil
de Biedma—
Buena reflexión
ResponderEliminar¿Qué pasa con el amor en el resto de estaciones? Mucho me temo que en estas explosiones del amor en primavera igual mucho tienen que ver los poetas. Uno se enamora en cualquier época del año y se desenamora también en cualquier época.
A mi me gusta pensar que siempre sale el sol, después de una tormenta, siempre acaba saliendo aunque parezca imposible.
Gracias por tu visita.
Saludos de domingo
El sol sale siempre, así sea después de un huracán.
EliminarGracias por tus comentarios.
Un saludo.