A SALTO


¿Qué hora sería en este momento al otro lado del charco?

Había pasado su etapa de estudiante sin pena ni gloria —como casi todo en su vida—. La geografía no era materia de su interés y, siempre, la arrastró sin conseguir aclarar donde estaba el Orinoco, igual podía situarlo en el cuerno de África como en el sur de Oceanía, cuestión esta que le hacía perderse de continuo y andar desorientado por un camino de gloria impuesto a martillazos.

«Refulge, reinserta, retuerta, resuelta…» ¿Cómo coños se denominaría aquel brillo que llegaba de la escalera de cuerda que apareció colgada del muro que había detrás de su casa?…

Despistado, disléxico, desorientado… «atributos» éstos que le asignaron cierta resignación para cruzar el anodino destino impuesto.

Con todo, resolvió intentar la escalada; su miedo a cuestas, sus ojos desviados de la realidad que no quería enfrentar. Cuatro peldaños de ascenso y la ceguera le alcanzaron de lleno. Toda oscuridad, todo negro, un agujero negro por el que precipitarse al vacío. Siguió ascendiendo a tientas. A cada peldaño ganado soltaba una piedra de su mochila. No sabía el tiempo que llevaba colgado de esa escalera, pero seguía, seguía, seguía…aquello no parecía tener un final.

El paraíso prometido —inexistente— no apareció.

La caída a cámara lenta: la eternidad.

 

















 

 




























Comentarios

  1. Estupendo micro, Consuelo. Así debe de ser la eternidad,como una caída a un pozo sin fondo. Besos y feliz semana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Mayte. Me alegra si te gustó. En caída libre vamos hasta completar nuestro ciclo. Abrazos, buena semana.

      Eliminar

Publicar un comentario

Soy toda "oídos". Compartir es vivir.

Cuentos chinos

EL ÉXODO DE LA PALABRA

LOS ABRIGOS DE ENTRETIEMPO

SI TE HE VISTO NO ME ACUERDO

CÍRCULO SUSPENSO

LOS SIETE PECADOS CAPITALES

LA HUIDA

CICATRICES: LA CASA CUBIERTA DE OLVIDO

INDIGENTES INTELECTUALES: LA SIEMBRA

ECLIPSE

NO HAY COLEGIO EN EL FIN DEL MUNDO